—Ya todos están llegando. ¡Te van a encantar tus pretendientes! —Da unas cuantas palmadas, su cabello rojizo se agita.—El único pretendiente que quiero es a Dean, ¿no lo entiendes? —Me planto frente a ella, de repente sus ojos celestes parecen centellear.—¿Qué me estás diciendo, muchacha? Sabes que está prohibido mezclarse con otras razas, solo debes casarte con un hombre que no se transforme en ningún tipo de bestia, ni siquiera está permitido que entre bestias se mezclen. ¡Ni licántropos con vampiros, ni elfos con brujas y mucho menos nobles de esta ciudad con alguno de ellos! En Circon no se admiten híbridos de ningún tipo. —Voltea la mirada hacia el otro lado, con altivez. Me acerco más a ella, conteniendo la ira. —No te olvides que mi padre es un hombre-lobo y que aún así lo amas siendo una bestia. Y sobre mí, no te olvides que soy hija de esa bestia y de ti, una diosa perfecta... Soy una híbrida, como esos que tanto odias. No creas que por ser tú, tienes más derechos que los
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