Acerco mis labios a los suyos y enseguida los fusionamos en un beso bastante apasionado y alocado, ella muerde un poco mi labio inferior, haciendo que gruña de placer, esto provocó que empujara con más fuerza. De los ojos de mi esposa empiezan a salir pequeñas lágrimas de gozo, no para de repetirme lo bien que se siente y que desea más.Me incorporo y pongo de lado el cuerpo de mi esposa, coloco su pierna derecha en mi hombro, tomándola con firmeza de las caderas y sigo hundiéndome en ella constantemente, mi pelvis choca contra ella constantemente, luego hago movimientos circulares, masajeando su clítoris, esto hace que Donna cierre los ojos y los aprieta con fuerza, gritándome que se va a correr otra vez, en ese momento le suelto las muñecas y ella enseguida entierra sus garras sobre las almohadas, desgarrando la tela y dejando escapar las plumas. Una vez más, su cuerpo se contrae y se vuelve a humedecer.Donna y yo hacemos el amor hasta el amanecer y aún después de que el sol se aso
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