MAIA CARRIZALES.—¡Ah, no, no, no, no, no, señorita! —me regaña Mauricio cuando ve la ropa que voy a meter a la maleta— ¡No puedes usar esa ropa tantas veces, para algo fuimos de compras el otro día!Lo veo desconcertada.—Mi ropa no está tan usada y si así fuera, sería mi problema porque yo soy la que se la va a poner, no tú —le digo metiendo la ropa a la maleta—. Ahora deja de ser chismoso y sal de mi habitación.Mauricio suspira y se sienta en mi cama.—Bien, ya no voy a criticar tu forma de vestir, pero al menos lleva ropa nueva —me dice—. Vamos a viajar para divertirnos, no para encerrarnos en una habitación de hotel para ver películas en pijama.Ok, eso me hace sentir mal, porque yo voy a Italia a encerrarme en un hotel para esconderme, pero Mauricio no lo sabe y cree que vamos a divertirnos y relajarnos un poco. Además de eso, no me siento cómoda con la ropa que compramos.No me malinterpreten, me encanta la ropa que compramos, no hubo ni una sola cosa que no me haya gustado y
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