Bartolomé fue a buscar algo de beber para él y su invitada, y buscó algo que tenía guardado. Creía que era momento de mostrárselo. Nélida esperaba impacientada. Miraba para todos lados. También estaba tan nerviosa como Bartolomé. De pronto, luego de unos minutos que parecieron años para Nélida, volvió a la sala. -Acá estoy. -Como le dije, soy toda oídos. Si algo le costaba a Bartolomé era comenzar, no tenía dudas. Se sentó al lado de ella, suspiró de los nervios y cansancio que sentía, y comenzó a hablar. -Desde aquel día de 1928 noté un cambio en mí –decía Bartolomé, notándose los nervios que sentía. -¿Qué tipo de cambio? -El modo de ver mi vida… Nélida no sabía a qué se refería porque lo conoció en el Conventillo cuando había sido contratada por Arturo. -Antes, mi vida solo se enfocaba en trabajar, conseguir dinero, dárselo a mi papá para que lo administrara y perd
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