—Servicio al cuarto —gritó desde afuera un empleado del hotel al tiempo que tocaba la puerta. Gracias a la inoportuna intervención, Leo volvió a sus sentidos e inmediatamente se incorporó para tomar aliento, sintiéndose incómodo al momento de desilusionar a su erecto amigo, que ya estaba listo para la acción. —Creo que alguien llama —dijo nervioso. —¡Ah! —suspiró Maddie, frustrada por el momento arruinado—, atiende la puerta, mientras voy al baño a cambiarme de ropa. Luego de decir esto, ella saltó del sofá, jalando rápidamente su maletín y después se escondió en el baño. —Está bien, ya… —empezó a decir el chico, pero se detuvo debido a que se sobresaltó en el momento en que ella cerró de un portazo el baño. Después de eso, se levantó de mala gana para atender al molesto empleado. En el momento en que abrió la puerta, el hombre lo saludó cortésmente mientras presentaba lo que llevaba en su carrito de servicio. —Buen día, señor, aquí le traemos bocadillos y frutas tropicales p
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