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Todos los capítulos de Leo, mi chico zanahoria: Capítulo 41 - Capítulo 50
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Regalo de disculpa
«¿Estoy soñando?», fue el primer pensamiento que tuvo Leo al ver a Maddie que llevaba puesto un delicado vestido azul intenso, e inmediatamente vino una especie de déjà vu, como si antes hubiera pasado por una situación similar. Como seguía tan anonadado por la belleza de la chica que le gustaba, las palabras empezaron a atorarse en su garganta. —Ho… hola… Vi… vine… como… me pediste —tartamudeó. Ver que ese chico volvía actuar en su antigua personalidad fue un ataque de ternura directo al corazón de Maddie, que hizo un enorme esfuerzo por mantener su ecuanimidad y no caer en la tentación de abrazarlo como si fuera un oso de peluche. Entonces saludó con una enorme sonrisa —¡Hola! ¡Viniste muy rápido! —¡Ah! Sí… no quería hacerte esperar mucho. Por cierto… luces… luces muy hermosa —respondió Leo con mucho esfuerzo, ya que aún seguía nervioso por mirarla a los ojos. Este inocente halago provocó que Maddie sintiera un vuelco en el corazón y sus mejillas se tiñeron de rojo, así que come
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Cita en la playa
—¿En la playa? —preguntó Leo sumamente contrariado. —Sí —respondió Maddie esbozando una enorme sonrisa, que comenzó a explicar agitadamente la razón del viaje—. En la oficina donde trabajo ofrecen incentivos a los empleados del mes. En esta ocasión me tocó a mí y el premio fue pasar dos días y una noche en un hotel todo incluido ubicado en playa Bonita. Como es para dos personas, pensé en ti primero para que seas mi acompañante de viaje, así que no puedes echarte para atrás, ya que antes me dijiste que sí. El chico pelirrojo estaba asombrado con la repentina invitación, que por un momento pensó que era demasiado buena para ser cierto. Luego de asimilar la situación, se sintió muy feliz de que Maddie lo haya preferido para disfrutar de esa experiencia, lo cual significaba una excelente oportunidad para pasar más tiempo con la chica que le gustaba. Luego de convencerse, su emoción se desvaneció al recordar que no estaba preparado para la ocasión, así que inmediatamente planteó su vergo
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Traje de baño
—Servicio al cuarto —gritó desde afuera un empleado del hotel al tiempo que tocaba la puerta. Gracias a la inoportuna intervención, Leo volvió a sus sentidos e inmediatamente se incorporó para tomar aliento, sintiéndose incómodo al momento de desilusionar a su erecto amigo, que ya estaba listo para la acción. —Creo que alguien llama —dijo nervioso. —¡Ah! —suspiró Maddie, frustrada por el momento arruinado—, atiende la puerta, mientras voy al baño a cambiarme de ropa. Luego de decir esto, ella saltó del sofá, jalando rápidamente su maletín y después se escondió en el baño. —Está bien, ya… —empezó a decir el chico, pero se detuvo debido a que se sobresaltó en el momento en que ella cerró de un portazo el baño. Después de eso, se levantó de mala gana para atender al molesto empleado. En el momento en que abrió la puerta, el hombre lo saludó cortésmente mientras presentaba lo que llevaba en su carrito de servicio. —Buen día, señor, aquí le traemos bocadillos y frutas tropicales p
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Al rescate
Mientras se encontraba en el ascensor, Leo recibió el mensaje de texto de su padre con la sugerencia de atuendo que le había comentado. Ansioso, abrió la aplicación de mensajería, pero en ese momento se abrieron las puertas del ascensor, por lo que instintivamente metió el teléfono móvil a su bolsillo y salió corriendo para dirigirse al lobby y preguntar a los empleados si había una tienda cerca del hotel. Afortunadamente estos le confirmaron que había una boutique dentro de las instalaciones, así que luego de que le indiquen dónde se encontraba ese lugar, el chico salió apresurado. Al llegar al establecimiento, se acercó a una joven vendedora que en ese momento se encontraba disponible. —Disculpe —comenzó a hablar agitado mientras mostraba la imagen—, ¿tiene algo así? La mujer tomó el teléfono celular y miró detenidamente la imagen. Después sonrió, devolvió el aparato y contestó amablemente. —Claro que sí, caballero. Acompáñeme. El chico pelirrojo siguió a la vendedora hasta el á
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Atardecer hinoptizante
Maddie se sorprendió al ver que Claire era quien le marcaba, por lo que antes de contestar, le hizo una seña una seña a Leo para que la espere, así poder alejarse y responder a la llamada. —¡Claire! ¿Qué pasó? —contestó extrañada. —Hola —el tono de voz de Claire era un poco agitado—. Lo vi... vi a ese sujeto. Esto último provocó que Maddie sintiera una punzada en su abdomen, pero después se recuperó y comenzó a hacerle varias preguntas a la vez. —¿Qué? ¿Cómo lo viste? ¿Dónde? ¿Cuándo? Claire trataba de pensar con claridad lo que había pasado, que intentó responder: —Calma, bueno... Lo vi por mi vecindario, quizá solo estaba de paso, no sé. Espero que me haya visto. —¿Cómo? ¿Ese tipo estaba por tu vecindario? ¿Estás segura de que no te vió? —Sí, estaba en el jardín cuando vi que salía de casa de mi vecino. Cuando lo reconocí, rápido me agaché para esconderme entre los arbustos —respondió Claire bastante agitada. Al escuchar esto, Maddie se mordió la uña del pulgar de nerviosism
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Como una olla de presión
Maddie jadeó al oír la propuesta de Leo, que inmediatamente alzó la cabeza para asegurarse de que había escuchado bien. Al ver que él miraba fijamente al mar inexpresivo, no le quedó de otra que preguntarle directamente para confirmar lo que él había dicho. —¿Qué dijiste? El chico pelirrojo volteó a verla fijamente y respondió muy seguro. —Que quiero tener sexo contigo. «¿Acaso fue poseído o qué mosco le picó?», se preguntó la aturdida joven al ver la expresión calmada de ese muchacho, quien definitivamente hablaba en serio. —¿Estás seguro? ¿No es una broma? —volvió a preguntar con incredulidad. La cara de interrogación de Maddie enterneció a Leo, que sonrió suavemente y volvió a estrecharla entre sus brazos. Después de esto, procedió a besarla apasionadamente, influenciado en parte por la adrenalina del momento así como por la magia que se respiraba en el ambiente a causa del atardecer. Este movimiento repentino tomó por sorpresa a Maddie, ya que la lengua de ese atrevido chico
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Pedido exprés
Tras leer varias veces el mensaje que Leo le había enviado, Jonathan reaccionó y se levantó de la mesa para dirigirse a su habitación. —¿A dónde vas? —preguntó Jacob sorprendido por su repentino movimiento. —¡Ah! Es un mensaje urgente que me mandó mi abogado, tengo que hablar con él ahora mismo —mintió desesperado por abandonar el comedor. —Entiendo, suerte, con ello. Jonathan no escuchó esto último, ya que estaba corriendo apresurado por las escaleras mientras marcaba el número de Leo para intentar hablar con él y confirmar la situación. Mientras tanto, el chico pelirrojo se asustó con la llamada entrante de Jonathan, que soltó el aparato, rebotando en la cama y apretando al instante el botón de cancelar llamada. Cuando pudo tomar el equipo móvil, se dio cuenta de lo ocurrido e intentó marcarle a Jonathan, pero en ese momento recibió un mensaje de él. "¿Qué pasó? ¿Por qué colgaste?". El chico pelirrojo rápidamente contestó: "Lo siento, se me cayó el teléfono. ¿Sabes cómo ayuda
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Curando la resaca
Al día siguiente, Leo despertó con un fuerte dolor de cabeza y extrema sensibilidad a la luz que le impedía abrir los ojos no sin antes sentir malestar. Apenas podía recordar lo que había pasado la noche anterior, que por un momento se encontró perdido al percatarse de que estaba durmiendo en una habitación diferente a la suya. Luego observó que tenía puesta una bata de baño y que a su lado se encontraba Maddie durmiendo plácidamente, hecho que lo hizo levantarse de golpe. «¿Qué pasó? ¿Por qué ella está aquí?», pensó sumamente confundido, pero como el dolor de cabeza era tan intenso, apenas pudo recordar lo que había hecho antes de perder el conocimiento. Como aún no comprendía lo que había pasado, se dispuso a bajarse de la cama, pero en el instante en que se movió, vio que Maddie abrió los ojos. Al percatarse de que Leo también acababa de despertar y estaba sumamente confundido, lo saludó perezosamente. —Buenos días, dormilón —dijo esbozando una dulce sonrisa. —¿Qué pasó anoche?
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Uno más en su vida
Sin querer, Leo reveló sus verdaderos sentimientos a Maddie, y cuando se dio cuenta, se tapó la boca, sorprendido de lo atrevido que había sido al decir algo así de repente. Aunque estaba seguro de que ella tomaría su confesión como una broma, en el fondo deseó que le correspondiera de alguna forma, así que la miró ansioso en espera de su respuesta. En tanto, la atrevida joven abrió los ojos sorprendida con lo que acababa de escuchar, que por un momento se quedó sin palabras. Si bien era cierto que por varios años ella se había negado a la posibilidad de establecer una relación profunda con las parejas que había tenido antes, ahora que ya había cumplido su meta, se sintió absurda por todas las veces que fingió estar de acuerdo con esa frase cuando en realidad no tenía intenciones de profundizar más en la relación. Si bien era cierto que anteriormente había sido capaz de rechazar los sentimientos de aquellos hombres que se atrevían a entregarle su corazón, en cambio, con Leo las cosa
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Extraño humor
A la hora de la comida, Jacob y Jonathan regresaron al taller, cuando se percataron de la presencia del vehículo de Leo estacionado en el garage. Ante esto, inmediatamente se miraron emocionados y rápidamente entraron a la casa para averiguar lo que había pasado en su cita. Su emoción duró poco, ya que al encontrarse afuera de la habitación del chico pelirrojo, notaron que la puerta tenía seguro y este no respondía cuando lo llamaban. Esto preocupó demasiado a su padre, que corrió hacia la cocina para buscar la llave de repuesto para entrar a la habitación. Cuando el angustiado padre regresó, intentó abrir la puerta, pero como sus manos temblaban demasiado, no pudo mantener el control, por lo que Jonathan le arrebató las llaves para abrir de una vez el cerrojo. En el momento en que entraron, se sorprendieron al ver que la habitación se encontraba a oscuras, por lo que Jacob encendió la luz. —Hijo… Antes de terminar la frase, Leo alzó la cabeza dentro de las cobijas y gruñó malhumo
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