No era un domingo como los demás, era especial porque al día siguiente iba a comenzar una vida nueva, con un nuevo trabajo, lo cual la emocionaba y también la asustaba. Por eso estaba tan inquieta que no podía parar, y cuando la llamó Manuela para que repasara con ella su declaración Laura accedió a ir a su casa. Así se distraería.La mujer estaba muy asustada. Tras dos horas y cuatro cafés, seguía nerviosa.—Vamos, Manuela, sólo es una declaración, no debes temer nada.—Pero él estará allí…—Sí, pero declarará después, no tendrás que verlo; tú entrarás conmigo y con el fiscal, que ha sido muy amable viniendo con nosotras. Me han hablado muy bien de él. Bueno, tú ya lo conoces. También estarán su abogado y, claro, el juez. Pero tienes que estar tranquila; tú dices la verdad y todas las pruebas te dan la razón. Tienes todos los recibos que él no pagó, el burofax que le enviamos conminándole para que lo hiciera y del que pasó olímpicamente… No hay problema, es un caso sencillo. Ya lo ve
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