Había pasado ya tres días desde aquella terrible noche, no sentía algún tipo de mejoría y en ocasiones entraba en negación, negaba que ella ya no estaba ni estaría nunca más a nuestro lado, que no la vería como a mi madre, al menos hasta que el día de mi muerte llegase, si es que en verdad existía una vida después de la muerte. Ese cielo o infierno del que tanto hablan, no es lo que dice la Biblia, al menos lo que leí. El día dos que se mencionaba en la carta ya había llegado, y era claro que no le había mencionado a Laura nada respecto aún de ese sobre que había recibido cuando llegamos del cementerio. Ella seguía en un estado bastante depresivo y poco hablaba con cualquiera en la casa, prefería estar sola mirando al vacío, comía rara vez, eso era algo que realmente me preocupaba. Yo, por mi parte, intenté distraerme con mis tres perros restantes; jugaba un poco con ellos cada que sentía que iba a recaer en el dolor.Dante era el más juguetón, Venus era juguetona pero ante cualquier
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