CAMIL ARAYEntramos en la penitenciaria de mujeres del estado de Georgia, y no pude evitar que la piel se me pusiera de gallina de la fuerte impresión que me causo. El árabe bruto lo notó de inmediato, y reforzo su agarre alrededor de mi cuerpo, no fuera a ser cosa de que cayera desmayada en cualquier momento. Farid me había convencido que el venir a visitar a Mara antes del juicio, seria lo mejor, ahora estando aquí… pues ciertamente tenía mis dudas al respecto.No era sencillo para mí, pues los sentimientos de culpa y desprecio que evocaban el saber que mi madre estaba en la cárcel gracias a la denuncia que yo misma había formulado, me impedían respirar con normalidad.Es que tampoco era fácil para mi saber, que el objetivo primordial de mi madre con su plan inicial, y con lo que hizo, era que yo lo perdiera todo, porque ella sabía que si Farid se llevaba a Emira indefinidamente… yo lo perdía todo. A veces me desvelaba, preguntándome que tipo de madre había sido Mara, pues yo a Emi
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