LOCO, POSESIVO Y PROTECTOR. FARID ARAY Ofrecer un café en el living de mi nueva casa, para la familia que prácticamente venía destruyendo mi paz, era prácticamente un desafío para mi. Permanecía como un perro rabioso junto a Camil, si a ese par de locos se le ocurría soltar alguna barrabasada, juraba que los echaría a patadas. Eran su “feliz” familia aparecida, pero resulta que a estas alturas ya me era casi imposible creer en la buena voluntad de alguien. Así que si antes mi mujer me llamaba árabe Bruto por mi carácter, creo que después de hoy me agregaría el apelativo de «Hombre de las cavernas», pero no permitiría que alguien volviera a dañarla, incluso que ni lo intentaran. Analicé a los Kaya, y si… se veían en son de paz. Incluso Yamila tenía la mirada acuosa y la vista perdida, no estaba siendo tan directa como acostumbraba, ni tan excéntrica. Quizás el tener una hermana mayor había tocado su fibra más sensible. Lo que si tenía que reconocer yo mismo algo, esos genes de Ab
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