La suave brisa londinense se cuela por mi cabellera roja mientras conduzco camino a la compañía familiar, un último semáforo y la siguiente calle me permite entrar al complejo.Un enorme edificio de alrededor de cuarenta pisos divididos en dos plantas, lo cual nos permite trabajar en dos áreas de manera cómoda, bajo la velocidad al entrar al estacionamiento.—¡Buenos días, Roger! —saludo al vigilante mientras le facilito mi identificación.—¡Buenos días, señorita Hamilton! —corresponde al abrir el acceso.Me estaciono en mi lugar correspondiente el cual queda entre papá y Harry, tomo mis cosas bajo y activo el botón para que se cierre el techo de mi BMW, con paso seguro me dirijo al ascensor que es de nuestro uso exclusivo marcando la última planta y aprovecho para prepararme mentalmente como todos los años cuando llega este día.Las puertas se abren dándome la vista de una recepción muy agitada, gente de aquí para allá, papeles abarrotados, teléfonos sonando y una larga fila de jóven
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