Una fuerte detonación se ha escuchado en las calles de Río de Janeiro, permitiendo formar una gran nube de humo donde se encuentra el Palacio de Tiradentes o dónde se supone estaba erguido, pues ahora solo es un montón de cimientos derrumbados según los rumores que he ido oyendo de las personas que desplazan por mi lado en un intento de encontrar algún refugio hasta saber que sucede realmente.
Me desvío en la siguiente calle subiendo una colina donde se encuentra un pequeño hotel de turistas, acomodo un poco mi ropa para finalmente ingresar y seguir avanzando con la mirada al piso hasta que tropiezo con una muralla humana que lleva uniforme verde de camuflaje.
—¡Buenas tardes, señorita! ¿Se encuentra bien? —indaga el oficial.
—Eh… Estoy… —miro hacia mi alrededor en busca de la excusa perfecta, pero no hay nada.
—¿Señorita? —pregunta haciendo señas a dos compañeros.
«¡Vamos, debe haber alguna salida!»
Repito de nuevo mi acción encontrando aquello que tanto necesito sin dudar a punto hacia el pequeño mostrador de madera que hay en la recepción, permitiendo que los oficiales vean al mismo hombre que yo.
—¡Ahí está! —exclamo mientras me encamino hacia él—. ¡Muchas gracias, señor oficial! Cariño, me había perdido entre tantos locales —digo, tomando su brazo.
Él me observa detalladamente y sonríe.
—¿Ya te aburriste?. – se burla – Y yo pensando que pasaríamos nuestra luna de miel de una manera diferente —deja un casto beso en mi mejilla.
—¡Disculpen las molestias causadas, disfruten de Río! –el oficial se retira con los demás.
Suelto el brazo de mi acompañante para tomar asiento en la silla que está frente a él un tanto apenada, pero finalmente puedo respirar tranquila pues mi recorrido ha sido largo, su voz varonil me hace un llamado de atención.
—¿Cómo tu esposo debo preocuparme por algo más? —cuestiona con una sonrisa que te humedece hasta las bragas.
Rápidamente, me sonrojo aún más, pero me vuelvo a perder cuando detallo al Adonis que tengo frente pues parece tallado por la misma diosa Afrodita, tez bronceada, su cabello negro está perfectamente peinado, pero a la vez algunos mechones desordenados caen sobre su frente dando un toque de Bad Boy, su rostro es un poco alargado, pero encaja a la perfección con sus labios finos y la nariz perfilada hasta llegar a un par de lagunas que con tan solo mirarlas te pierdes de una manera extraordinaria sin medir mi vergüenza sigo observando sus ojos hasta que dejan ver un pequeño destello amarillo, llamando aún más mi atención.
—Nena —dice acariciando cada letra de una manera sensual.
«¿O son ideas mías?»
—Tomaré tu silencio como un sí —aclara—. Y voy a ignorar que me estés devorando con la mirada, así que ¿Seguirás en lo mismo o te apetece ir por un trago? —pregunta divertido.
Me obligo a pestañear un par de veces y colocar mi mente en orden, soy una Hamilton, así que estoy preparada para esto y mucho más.
—Acepto con gusto, ya que por esta noche estoy libre —sonrío pícaramente.
Se coloca de pie permitiendo que una vez más de deleite con el Adonis que tengo al frente, sin duda alguna su cuerpo está muy bien entrenado dejando mucho que imaginar sobre todo como la camisa negra que lleva se adhiere a su pecho marcando con mayor intensidad sus músculos.
Pierdo mis sentidos cuando su dedo índice se dirige a mi mandíbula y con un toque sutil cierra mi boca dejando un pequeño roce en mis labios que provoca una corriente en todo mi cuerpo, sin decir nada toma mi mano y salimos del pequeño establecimiento.
Dejo que me guíe por las calles de Río hasta encontrarnos con una de las avenidas principales, un poco después un McLaren 720s negro se detiene frente a nosotros del piloto de baja un hombre, alto, tez morena y bastante musculoso; se acerca entregando las llaves del auto al hombre que está junto a mí.
—Disculpe la tardanza, señor —habla y por su acento comprendo que no se le da muy bien el español —. Tuvimos ciertos inconvenientes, pero ya todo está solucionado —alega.
—¡Tranquilo hombre, respira! —dice mi acompañante.
Mi celular comienza a sonar haciendo que entre en razón una vez más, así que rápidamente suelto la mano de mi acompañante, lo saco de mi bolsillo trasero del jean para darme cuenta de que tengo dos llamadas perdidas y alrededor de diez mensajes.
—¡Permiso! —exclamo suavemente.
El Adonis asiente permitiendo que me pueda alejar unos metros del par, respiro profundamente y deslizo mi dedo por la pantalla.
—¿Si? —susurro como si eso fuera a cambiar la situación.
—¡¿Dónde m****a estás?! —gritan provocando que me aleje un poco el aparato.
—Estoy bien y con vida, Harry —menciono ante su muestra de preocupación— La pregunta debo hacerla yo porque aún no me recoges —me quejo.
—Hemos tenido algunos inconvenientes, así que podremos recogerte mañana a primera hora —detalla tranquilamente.
—¡¿Qué?! —grito— ¿Estás de joda, cierto? —reclamo.
Fijo mi vista en la acera permitiendo ver unos zapatos negros que se detienen junto a mí, levanto la cabeza para encontrarme con esos ojos azules que me hipnotizan.
—¿Todo bien? —cuestiona preocupado.
—¿Eh? —pregunto dudosa.
—¿Qué si está, todo bien? —pregunta una vez más.
—Si, ¿por qué? —indago.
—Es que has gritado y pensé que tenías algún problema —comenta.
Sopeso sus palabras, respiro y le pido que me dé un par de segundos más.
—¿Sigues ahí? —pregunto fastidiada.
—¡Sí, aquí estoy! ¿Con quién hablas? —demanda.
—No es de tu incumbencia, apenas haya elegido dónde me quedaré, te envío un mensaje —digo sin rodeos.
—¡Rose! ¡Rose Hamilton! —escucho gritar a mi hermano antes de finalizar la llamada.
Guardo mi celular y regreso mi atención al chico que sigue esperando alguna respuesta.
—Disculpa, era mi hermano mayor —declaro sonrojada.
—No te preocupes, no hay nada que disculpar —sonríe— Aún sigue en pie mi invitación…
—Claro, ya te he dicho que sí —guiño el ojo.
Sonríe aún más y me indica que puedo seguir el camino hacia su auto, abre la puerta del copiloto permitiendo que entre mientras él lo rodea por la parte delantera, al estar en el asiento del piloto pone en marcha en el motor adentrándonos a las calles principales y concurridas de la ciudad; durante el recorrido aprovecho para buscar algún hotel y poder pasar la noche.
—Perdón por entrometerme, pero cuando hablabas con tu hermano, alcance a escuchar que debías pasar la noche aquí —manifiesta sin quitar la mirada de la carretera.
—Así es, mi familia se encuentra en Brasil por negocios, pero se suponía que hoy partiría a Londres —confieso.
—¿Londres? —interroga.
—Como has escuchado —contesto un poco extrañada pues creo que hable lo suficientemente alto.
—También soy de Londres —alega mientras se detiene frente a un local pequeño y rural.
Sin darme oportunidad a responder, se baja hasta llegar a mi puerta para abrirla y dándome su mano para salir aún con nuestras manos entrelazadas, ingresamos al pequeño restaurante, algo que pude notar por el letrero que estaba justo al entrar, nos dirigimos a una de las mesas que están al aire libre para finalmente tomar asiento.
Unos minutos más tarde, llevo una copa de vino a mis labios mientras esperamos que nuestra comida sea servida, el cielo ya empieza a llenarse de diferentes tonalidades de naranja dando a entender que la noche está a unas horas de caer sobre nosotros.
—Mm, además de fingir ser tu marido, opino que también debería de preocuparme porque al menos tienes dos horas conmigo —dice llamando mi atención— Y no se nada de ti, además de que debemos resaltar que no te ha preocupado subirte al auto de un extraño del cual tampoco sabes nada ni siquiera su nombre.
Sonrío apenada aunque muy en el fondo tiene toda la razón y esto entra en mi lista de las cosas estúpidas que he hecho en mi vida.
—Bueno, al menos sabes que soy de Londres, que tengo un hermano y que estoy de paso por Brasil —alego.
—Muy buen punto —señala— Aprovecho para recordarte que también soy de Londres, tengo 23 años y casualmente también estoy de paso por Brasil.
—¡Qué casualidad! —me burlo— Tengo 22 años.
Sonríe siendo interrumpidos por el mesero que nos ha traído la comida y así se van gran parte de nuestra cena intentando conocernos un poco más, aunque para ser sincera he intentado no soltar toda mi información, pues después de todo sigo estando frente a una persona que apenas sé quién es y no puedo tomar ese tipo de riesgos.
Han pasado un par de horas cuando en el pequeño escenario que yace a un lado de nosotros se ha instalado una banda de músicos, deleitándonos con su ritmo caribeño.
Mi acompañante se pone de pie, estira su mano en mi dirección y automáticamente capto su invitación a bailar la cual acepto sin problema alguno, nos movemos por la pista improvisada con movimientos perfectamente sincronizados como si hubiésemos armado nuestra propia coreografía de salsa cubana, por unos instantes dejo que mi cuerpo disfrute del momento haciendo que me olvidé por completo de mi alrededor y solo me enfoque en el chico de ojos azules que me tiene entre sus brazos.
Y si quería que el momento mejorará lo he conseguido porque ha empezado a llover, pero eso parece no alterar a nadie pues los músicos continúan como si nada y mi acompañante solamente me aferra un poco más a su cuerpo.
Las gotas de lluvia se deslizan por mi cuello, perdiéndose entre el inicio de mis senos haciendo que llegue un momento en el que estoy completamente empapada, pero realmente no me importa, doy dos giros más y caer una vez más en brazos de mi acompañante.
Nuestras miradas se encuentran y se funde de una manera increíble haciéndome sentir mariposas en el estómago, sus manos abandonan mi cintura para adueñarse de mi rostro el cual acunan acercándonos lo suficiente como para que nuestros alientos se mezclen; cierro los ojos y dejo que pase lo que todos sabemos.
Sus labios se unen a los míos, el roce es tan delicado, pero a su vez lleno de un deseo incontrolable, mis manos se enredan en cabello atrayéndolo un poco más hacia mí si es posible y como piezas de rompecabezas nuestros labios y lenguas encajaron en una baile de roces, empujadas por lo que nuestras respiraciones se agitaron al punto de separarnos en busca de oxígeno.
Pero en ningún momento me aleja, solo une nuestras frentes aún agitados.
—Me has hipnotizado, Valkiria de ojos café —dice dejando un casto beso en mis labios.
Me sonrojo al instante por su apodo.
Nuestra mágica atmósfera se ve interrumpida por el sonido de un celular, agradezco que no es el mío me pide disculpas mientras se aleja para atender.
Aprovecho esos segundos para reflexionar y darme cuenta de que esto únicamente sucederá hoy, pues las posibilidades de que se repita son casi nulas.
—Debo regresar con mis padres —se disculpa.
—Está bien, descuida —respondo tranquila.
Nos encaminamos hacia la salida para a bordar rápidamente el auto aunque es un poco tonto, ya que estamos mojados, aprovecho en revisar mi celular donde está un mensaje de mi hermano el cual indica en que hotel debo hospedarme y no puedo evitar voltear mis ojos.
—¿Algún problema? —pregunta.
Niego y le indico a dónde debe llevarme segundos, después estamos frente al lujoso hotel para bajarnos.
—Increíble pasar la noche contigo…
Entonces recuerdo que ni siquiera nos hemos dicho nuestros nombres y ya lo he besado.
—¡Oh, no! Para mí ha sido todo un honor, mi querida Valkiria—.
Toma mi mano y deja un casto beso sobre ella.
—Ha sido todo un placer, soy Rose Hamilton —señalo.
—El placer es todo mío, Gael Moore a tus servicios —deja otro beso y se aleja.
Y allí me quedo de pie viendo como el chico, sube a su auto y se pierde en las calles transitadas de Río.
La suave brisa londinense se cuela por mi cabellera roja mientras conduzco camino a la compañía familiar, un último semáforo y la siguiente calle me permite entrar al complejo.Un enorme edificio de alrededor de cuarenta pisos divididos en dos plantas, lo cual nos permite trabajar en dos áreas de manera cómoda, bajo la velocidad al entrar al estacionamiento.—¡Buenos días, Roger! —saludo al vigilante mientras le facilito mi identificación.—¡Buenos días, señorita Hamilton! —corresponde al abrir el acceso.Me estaciono en mi lugar correspondiente el cual queda entre papá y Harry, tomo mis cosas bajo y activo el botón para que se cierre el techo de mi BMW, con paso seguro me dirijo al ascensor que es de nuestro uso exclusivo marcando la última planta y aprovecho para prepararme mentalmente como todos los años cuando llega este día.Las puertas se abren dándome la vista de una recepción muy agitada, gente de aquí para allá, papeles abarrotados, teléfonos sonando y una larga fila de jóven
Me aferro una última vez al cuerpo de mamá mientras dejo que su aroma me llene nuevamente.—Un placer tenerte en casa, querida —se acerca papá por lo que me aparto.Me siento junto a Harry para seguir observando la información sobre el robo a la Corona aunque me sigue pareciendo un poco loco como ha sucedido esto, ahora me queda claro que en definitiva no hay nada imposible.Levanto la mirada al notar que han entrado el resto de los altos mandos de la fuerza, Mayor, Capitanes, Tenientes y nuestros 2 Sargentos aunque no forman parte de la élite son requeridos cuando es una misión de alto nivel y sin dudas algunas estamos frente a una, es más puedo decir que quizás sea la de más alto.Sin dudas alguna hemos protagonizado misiones que requieren de disciplina, valentía, inteligencia y sobre todo fuerza sin embargo infiltrar a la organización dentro de la mafia nunca había estado en nuestros planes hasta ahora.—¡Empecemos! —llama la atención papá.Dejo mis pensamientos a un lado y fijo mi