- Oye.- Oye. – me dijo, sin mirarme a la cara, continuando con lo que estaba haciendo.- ¿Qué hago si encuentro algo en el ascensor?- Si no es dinero, llévalo a la sección de objetos perdidos en el segundo piso. – Siguió la computadora, sin mostrar interés en lo que estaba diciendo.- ¿Y si es dinero? pregunté por curiosidad.Me miró entonces, con cara de pocos amigos:- Entonces déjamelo a mí.Arrugué la frente. ¡Qué descarado! Claro, si fuera dinero, se lo conseguiría.- ¿Encontraste algo? – preguntó ella, ahora interesada.- Sí... - Tomé una moneda que no valía casi nada y se la entregué.Ella tomó la moneda, la miró, la hizo rodar sobre su mano y dijo:- Puedes quedártelo. - Sonrió burlonamente.No es una moneda, idiota. Encontré una billetera del Sr. Allan C. Pero no se puede confiar en usted. Lo devolveré yo mismo, de una forma u otra. Era un caballero tan amable. Ciertamente estaba preocupado, después de todo, todas sus cartas estaban allí. ¿Quién no? Especialmente con tantos
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