- No soy tan malo en este momento.- Sr. Casanova... ¿Aceptará un riñón en buenas condiciones?Colgó el teléfono y yo me quedé allí, mirando al vacío. ¿Dónde conseguiría el dinero? '¿Estás p...?' Ben miró al ayudante. - A la mierda, Babi.- ¿De verdad me van a arrestar? Le pregunté al delegado.- Creo que necesita un abogado, señorita Novaes. ¿Alguno de ustedes dos es o al menos conoce a uno? Miró a Ben y Daniel.- Soy... crítico de moda. – explicó Ben.- Y yo cantinero y chofer de la app. Daniel bajó la cabeza.- ¡Necesita un maldito abogado! – el diputado se levantó. – Honestamente, señorita Novaes, ya la habría liberado, con lo que tengo que resolver aquí. Se pasó una mano por la cabeza, visiblemente cansado. “Pero los Casanova acabarían con mi raza.Sonó el teléfono de su escritorio. Respondido de inmediato. Estuvo un rato contestando con monosílabos y colgó.- Bueno, tenemos buenas noticias. El abogado llamó y dijo que el señor Casanova acepta las joyas y retirará la denuncia.N
Fue pintado con spray en la fachada del edificio “CLASIFICADO LOCO”. Y por supuesto ese fue su trabajo: Heitor Casanova.- ¡Mira lo que hizo este bastardo! – Yo estaba cabreado, aturdido, sin pensar bien.- No creo que fuera exactamente él. Seguramente pagó a alguien para que lo hiciera. Ben giró la cabeza hacia un lado, siguiendo la escritura.- Lo bueno es... Nadie sabe que es para ti. - Dijo Salma, entrecerrando los ojos, pensativa.- Si lo viera ahora mismo, le daría tanto... Hasta que no pude soportar más el cansancio en mis manos. “Me imaginé la escena en mi cabeza.- Tendrías que subirte a un taburete, cherry. – Ben habló serio.- Ben, idiota descalificado.- Si yo fuera tú, no usaría más esa palabra. Se está poniendo peligroso, Babi. – reaccionó.Saqué mi celular y tomé una foto de la fachada con el escrito.- ¿Que vas a hacer con eso? – preguntó Salma.- Llévaselo al Delegado y muéstrale lo que hizo Heitor Casanova. Voy a exigir que me pague el daño moral y...- No hará nada.
- Señor, ha pasado media hora... - habló el hombre que lo acompañaba. - ¿No está cansado? ¿Quieres que te recuerde que estás aquí?- No necesita. Levantó la mano, confirmando que estaba bien.Su silla de ruedas era enorme y tenía muchos botones. Sin duda de última generación.- No sé cuál es tu horario, pero puedes pasar delante de mí si quieres. No tengo nada que hacer de todos modos... Estoy desempleado. - Sonreí ante mi condición.- Estoy esperando los resultados de unas pruebas. Yo tampoco tengo prisa.- Yo... Bueno... nunca he visto a un hombre ir al ginecólogo. Juré que solo servían a mujeres. – dije confundido, pero sincero, ya que esa curiosidad me estaba carcomiendo por dentro.Se rió y vi que el hombre que estaba con él también escondía su risa.- Yo no voy al Ginecólogo. - Él explicó. – Estoy esperando al Reumatólogo, que trabaja en esa oficina de allá. – Señaló la puerta.- Mil perdones... No quise ofenderte. Pero tengo que admitir que tenía curiosidad. Nunca he visto homb
- Oye.- Oye. – me dijo, sin mirarme a la cara, continuando con lo que estaba haciendo.- ¿Qué hago si encuentro algo en el ascensor?- Si no es dinero, llévalo a la sección de objetos perdidos en el segundo piso. – Siguió la computadora, sin mostrar interés en lo que estaba diciendo.- ¿Y si es dinero? pregunté por curiosidad.Me miró entonces, con cara de pocos amigos:- Entonces déjamelo a mí.Arrugué la frente. ¡Qué descarado! Claro, si fuera dinero, se lo conseguiría.- ¿Encontraste algo? – preguntó ella, ahora interesada.- Sí... - Tomé una moneda que no valía casi nada y se la entregué.Ella tomó la moneda, la miró, la hizo rodar sobre su mano y dijo:- Puedes quedártelo. - Sonrió burlonamente.No es una moneda, idiota. Encontré una billetera del Sr. Allan C. Pero no se puede confiar en usted. Lo devolveré yo mismo, de una forma u otra. Era un caballero tan amable. Ciertamente estaba preocupado, después de todo, todas sus cartas estaban allí. ¿Quién no? Especialmente con tantos
- ¿Qué pasó entre nosotros hoy? Aparte del hecho de que mi amigo está haciendo una mierda, nada. En cuanto al elogio de la fachada del edificio, es para Babi. - Se rió irónicamente. - Te lo explicaré más tarde .- ¿Estás diciendo eso, Ben? Miró a mi amigo.- Entonces, para que yo diga esto, imagina el tamaño de la mierda que va a hacer, Tony.Empezamos a reír.Apenas entramos al barrio más rico de Noriah North y yo estaba dando las coordenadas de la dirección, Tony preguntó:- Oye, Babi, ¿adónde vas de todos modos?- En casa de Allan Casanova.- ¿Qué vas a hacer en la casa de Allan Casanova?- Es una larga história. Entonces Ben te lo explica. - dije, dándome cuenta de que nos estábamos acercando.- Sabes que Sebastian odia pocas cosas en la vida ... Pero entre ellas está Heitor Casanova. - El dice.- ¿Porque? - Estaba curioso.- ¿Tal vez por la misma razón que lo odias, cherry? Ben se volvió y me miró con una sonrisa.- Algo de su pasado. No sé exactamente qué pasó. Estudiaron juntos
- ¿Usted la conoce? – la mujer miró a Anon 1.El asintió.- El Sr. Casanova mandó entrar a la chica. – dijo Anónimo 2.Ella se apartó de mi camino, a regañadientes. Le di una sonrisa irónica y no pude evitar disparar:- Estoy cerca de lo de Anon . – parpadeé.Entré acompañado de los dos gigantescos guardias de seguridad, uno a cada lado, haciéndome sentir aún más bajo de lo que ya era. Ni siquiera alcancé sus hombros.- Está bien, Anon 1 se encarga del hijo Casanova.- Anon 2 del padre Casanova. ¿Estoy correcta? Él sonrió, sacando el tema.- No... Mi nombre no es Anon. - Dijo Anon 2. - Soy Otávio.- Lo siento, Octavio. La seguridad del Sr. Casanova, ¿eso?Él asintió, luciendo hostil.- Te reconocí. Bueno, encontré la cartera del Sr. Allan Casanova en el ascensor y vine a entregársela personalmente. Tú sabes cómo es...- ¿Me sigue, señorita? – Anon 2 no recordaba mi nombre.- Bongiove. – Anon 1 respondió por mí.¿Qué sentido tenía decir siquiera que mi apellido era Novaes? El hombre ju
- Buenas noches, Bárbara. Soy Celine Casanova. - Se presentó, dándome su mano como para besarla.Le tomé las yemas de los dedos y las moví de arriba abajo, sin saber si así era como saludabas a una mujer rica.Observó mi mano mover la suya y cuando la solté, bajó la vista hacia sus dedos, luciendo asqueado. Dios mío, qué diferente era ella de su marido. Pero seguramente ahora sabía de dónde había sacado Heitor Casanova la forma de ser snob. Mamá Casanova no se preocupaba por ser amable.- ¿Ella dijo que? Héctor se rió sarcásticamente. – ¿Y usted le creyó, padre? - El me miró.- No entiendo... - Lo miré directamente a los ojos.- Papá, seguramente esta mujer te robó la billetera.- No puedo creer que me estés acusando. ¿Qué estás queriendo? ¿Ponerme en la cárcel otra vez?- ¿Qué quieres decir con "ponerla en la cárcel de nuevo"? Allan miró a su hijo y luego a mí.- ¿Recuerdas a la loca que dije que rayó mi auto? Fue ella.- ¿Me explicaste lo que dijiste antes? – Miré al padre Casanova.
- Lo siento... Si te lastimé el brazo. - Me soltó. - No fue mi intención.- Lo siento, casi te meto en problemas con tu novia.Me miró y por un momento no supe exactamente cómo actuar. Porque no quería disculparme. Pero la forma en que se disculpó fue tan diferente a la forma en que siempre me trató que me tomó por sorpresa.- Vamos, Bárbara. – dijo Allan, ya distante de mí.- Veré qué quiere tu padre... Y prometo dejarlo en paz. - Sonreír.Me volví y seguí a Allan. Realmente no quería más problemas con Héctor y nadie más en su familia. Debería haber escuchado a Ben y no caminar hasta allí para entregarle mi billetera.Mientras caminaba detrás de Allan, le pregunté:- ¿Puedo tomar tu silla?- ¿Tomar mi silla de ruedas? - él se rió. - Estoy bien gracias.- Ahora que me di cuenta que ella camina sola. Ni siquiera sabía que existía. Ninguno de los dos...Dejé de hablar cuando me di cuenta de que había un ascensor dentro de la casa Casanova. Abrió la puerta y entré con él.- ¿Tiene ascens