El sábado llegó inevitable, la noche anterior, Nohemi tuvo pesadillas, mezcladas con recuerdos tumultuosos de su infancia; Zeke notó su estado desde que se quedó dormida, pudo sentir su corazón latiendo de prisa y la frialdad casi espectral de todo su cuerpo; por ese motivo pasó toda la noche atento a la pelirroja, mientras la sostuvo en brazos hasta el amanecer.―Come un poco, por favor ―rogó con gentileza, acariciando las sedosas hebras rojas con sus dedos. Zeke estaba sentado a su lado en la pequeña mesa junto a la terraza, intentando desayunar con Nohemi. Incluso tomó con cuidado el tenedor con un trozo de omelette y lo llevó a los labios de ella, estos estaban pálidos, casi del mismo color de su piel―. Por favor, amor, necesitas comer un poco.Nohemi soltó un suspiro, cerró los ojos con algo de impaciencia y al cabo de un minuto entero abrió la boca.La comida no tenía sabor, estaba cansada, ansiosa y al borde de un colapso emocional.―Todo va a estar bien ―le susurró Zeke deposi
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