—¿Has probado ya el vino? —Karen miró el vaso de vino que seguía sobre la bandeja—Deberías intentarlo, seguro te gustará.Ella tomó el vaso y se lo llevó a los labios, probó un poco, pero le gustó, estaba dulce, volvió a darle un sorbo más largo y luego depositó de nuevo el vaso.—Tenías razón, está bueno. Igual que la comida.Christian la había hecho probar cada plato, la que más le había gustado era aquel que tenía claro aspecto de unas albóndigas, de las que no recordaba el nombre, quizás lo consiguiera con el tiempo.Ella había tenido que darle de comer porque le pesaban los brazos. Empezaba a sentirse a gusto con él despierto y le gustaba. Siempre pensó que sería raro y distinto, lo que no se esperaba es que fuera agradable.Sin que se dieran cuenta, Marianne se había acercado al cuarto, había abierto la puerta con cuidado y los había observado cenar juntos. Había suspirado aliviada al ver que su hijo se llevaba bien con la misteriosa doctora, y estaba feliz de haber acertado al
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