Rebeka tomó aire y se sumergió de nuevo, lo vio yendo hacia el fondo del mar lo tomó del brazo y lo haló hacía arriba, emergió de nuevo y lo abrazó para sacarlo. —Diego, no me hagas esto, no se te ocurra hacerme esto ¡Ayuda!, ¡auxilio! —gritó y Guadalupe reaccionó y también gritó, la lancha apareció y las ayudaron a subir, allí Rebeka acostó a Diego y comenzó la resucitación. —Guadalupe busca mantas, el agua está muy fría… Guadalupe no perdió tiempo y fue dentro del pequeño camarote donde los muchachos de seguridad la atendieron. —Vamos Diego, no me hagas esto, respira, vamos, regresa, mi amor, no se te ocurra dejarme —Rebeka insuflaba aire en sus pulmones y empezó a llorar al ver que Diego no reacciona, hasta que su alma regresó al cuerpo en cuanto Diego empezó a toser y botar el agua que tragó. —Gracias Dios mío —dijo Rebeka y lo abrazó—, no vuelvas a hacerme esto Diego, vivirás cien años recuerdas —Diego no paraba de toser y Michael llegó y detrás de él los Larsso
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