Todos los capítulos de ¿Es posible recuperar una joya perdida?: Capítulo 31 - Capítulo 40
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Acontecimientos que marcan un cambio en el presente.
Al escuchar a Kiandra decir que ella y Adler eran amantes, el corazón de la Marquesa de Pembroke sintió un dolor muy grande, pues aunque no le convencían las palabras de esa venenosa mujer, Gigi comprendió lo mucho que amaba al Duque de Wellington. No estaba dispuesta a renunciar a él, ya que por primera vez, ella lucharía por su propia felicidad.Entonces, ¿El Gobernador y usted son amantes? –le preguntó la Marquesa a Kiandra. Lo somos. De hecho, ayer tuvimos un encuentro muy apasionado. Y, déjame decirte, que el Duque de Wellington es insaciable, aunque eso tú ya lo sabes, ¿No es así? –le dijo Kiandra con superioridad y burla. ¡Eso es mentira y ahora mismo te haré tragar tus palabras! –le gritó el Gobernador lleno de furia. No se enoje, Alteza. Por favor, tranquilízate. –le dijo la Marquesa al Gobernador. Pero, eso es una vil calumnia en mi contra, no puedes creerle, Gigi. –fue la respuesta del Duque de Wellington. Yo no he dicho que le crea. Pero, como Gobernador que es, usted
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Debate entre la vida y la muerte.
Al ver a la Marquesa caer al suelo sangrando a raudales, el nuevo Gobernador lanzó un grito estremecedor, mientras decía: ¡Giorgiana, mi amor, quédate conmigo por favor! No me dejes solo.No… llores… amor… ¿Sabes? Le doy gracias a la vida… por haberme permitido… verte una vez más… y decirte… lo mucho… que yo… –le dijo Giorgiana de forma entrecortada a Adler, mientras perdía mucha sangre, pero el Duque la interrumpió:“Mi vida, por favor no hables, no te esfuerces. Te prometo que aunque yo tenga que dar mi vida, tú volverás a ser feliz. Pero, no te des por vencida, te lo suplico.” –y al decir esto, el nuevo Gobernador prorrumpió en un llanto desgarrador.¡Hija mía! Perdóname por haber insistido que regresáramos a Inglaterra. Pero, te prometo que en cuanto te recuperes, nos regresaremos a Escocía, pero tienes que estar bien, ¿Me oyes? Te prohíbo que nos dejes solos a tus hermanas, a tu madre y a mi, así que abre tus hermosos ojos, mi mariposita. –le dijo el Marqués de Yorkshire a su
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La única luz que necesito en mi vida eres tú.
Adler Remington, permaneció llorando un rato más, mientras sujetaba la mano de la Marquesa. Sus ojos azules se perdieron en medio de un angustiantellanto, el cual era una clara demostración de la profunda oscuridad en la que se estaban sumergiendo sus emociones, ya que su corazón sentía un inmenso dolor. Esas horas fueron muy complicadas, pues tal como lo informó el médico, Giorgiana sufrió de fiebres tan altas que la hicieron delirar con frecuencia y la dejaban completamente agotada, haciendo que todos los que estaban en el aposento no pudieran dormir ni un momento, incluyendo al nuevo Gobernador, quien se negó rotundamente a abandonar a la Marquesa de Pembroke. Por lo tanto, él se convirtió en uno de sus cuidadores durante toda la noche. Al dia siguiente a las 11 am, el Duque de Wellington se había quedado profundamente dormido al lado de la Marquesa de Pembroke, debido a la agitada noche que habían pasado, mientras que Giorgianarecuperaba poco a poco la consciencia.“¡Dio
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Claridad entre tanta penumbra.
Al finalizar ese significativo beso para ambos, el Gobernador llamó tanto al médico como a la familia de la Marquesa, para notificarles que Giorgiana había despertado y pedirle al médico que la examinase. Doctor, ¿Podría yo permanecer al lado de la Marquesa, mientras usted la examina? –le preguntó el Gobernador al médico. Alteza, por mí no hay problema, pero no sé si a Mílady le importará. –le dijo el médico. Si, no hay problema, me gustaría que su Alteza se quedara conmigo, por favor. –dijo la Marquesa de Pembroke, mirando al Duque de Wellington. Así será, Madame. –le respondió el médico. Aquí estoy y siempre estaré a tu lado. –le dijo su Alteza con devoción y amor.De ese modo, el médico Lasalle empezó a examinar muy minuciosamente a Giorgiana, un examen que duró más de media hora. Una vez finalizada la revisión, el doctor se dirigió a la Marquesa y a todos los presentes: “Marquesa de Pembroke, ante todo nos complace que haya despertado, pues es una clara muestra de mejoría. S
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Una inevitable intervención femenina.
Gracias mi amor, gracias por aceptarme de nuevo en tu corazón. Te prometo que haré hasta lo imposible por ser el merecedor de tu amor, cada día de mi vida. –le dijo el Gobernador de Londres a la Marquesa de Pembroke, aún sorprendido.Gracias a usted por aceptar que yo sea de nuevo su esposa y la Duquesa de Wellington, a pesar de mis nuevas circunstancias. –fue la respuesta de Giorgiana. “Aunque creo que tendremos que esperar a que yo me recupere completamente para poder casarnos. ¿No te importa esperar todos estos meses?” Si es para casarme contigo, yo podría esperar hasta mil años, si tengo la seguridad de que después de ese tiempo, tú serás mi esposa. Así que no te preocupes, porque juntos esperaremos a que estés completamente sana. –le dijo el Gobernador a la Marquesa, besando su mano con dulzura. Marquesa de Pembroke, en nombre del Rey y del mío propio, le doy las gracias por darle una segunda oportunidad al Gobernador. Déjeme asegurarle que nuestro sobrino la ama profundamente
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Una pasión intempestiva.
Cinco mil libras por saber qué piensas, mi amor. –le dijo el Gobernador a la Marquesa, interrumpiendo sus pensamientos. No tiene que esforzarse tanto en descifrar mis pensamientos Alteza, pues mis pensamientos están dirigidos a usted, quien es mi dulce amor. –fue la respuesta de la Marquesa de Pembroke, quien sonreía dulcemente a su prometido. ¿Dirigidos hacia mí? Y, ¿Qué hay de su prometido? ¿No cree que podría molestarle el hecho de que su futura esposa esté pensando en el Gobernador de Londres? –le dijo el Gobernador a su prometida con ternura y diversión. Ahora que lo mencionas, yo creo que sí le molestaría mucho, por lo que considero que debemos ser más discretos en nuestros futuros encuentros, ¿No le parece? –fue la respuesta de Giorgiana. Usted tiene toda la razón, Milady. Le prometo ser más discreto y mucho más cuidadoso, al venir a verla en el futuro. –le respondió el Gobernador acercándose lentamente a su prometida. Eso me tranquiliza tanto. –respondió la Marquesa de Pe
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Una bebida agridulce llamada sinceridad. Parte I
¿Te gusta? –le preguntó el Gobernador de Londres, enseñándole una pequeña caja abierta que contenía un hermoso anillo de oro blanco, el cual estaba adornado con diminutos diamantes alrededor de toda la argolla, y en el centro de la misma, un precioso zafiro resplandecía de una manera maravillosa, el cual en cada extremo, tenía dos diamantes de un tamaño mayor que el de los pequeños, pero menor que el del zafiro. La Marquesa de Pembroke, sentía que en cualquier momento, se le paralizaría el corazón de la emoción y la alegría. ¿Gustarme? Más que eso, me fascina. Es elegante, bellísimo y refleja el buen gusto y refinamiento de la persona que escogió tan radiante joya. –fue la respuesta de Giorgiana, con la mirada fija en la gema y agregó: “Aunque, por un momento, pensé que me darías mi antiguo anillo de compromiso. No es que éste no me agrade, pero creí que me darías el anterior.” Pude haberlo hecho, porque sé lo mucho que te gustaba. Pero consideré que, si hemos decidido comprometerno
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Una bebida agridulce llamada sinceridad. Parte II
Y, ¿Cuál crees que sea la respuesta? –le respondió Adler haciéndole una pregunta. Que no te importa mi condición y tampoco, el que me lleves entre tus brazos. –le respondió la Marquesa en un susurro. Entonces, te diré que eres una mujer muy sabia e inteligente, pues tienes toda la razón. De hecho, considero que cargarte me confiere una gran ventaja. –le dijo su novio enigmáticamente. Y, ¿Qué ventajas podría concederte el llevarme en brazos a todas partes? –le preguntó su prometida muy curiosa. Esta ventaja consiste en que al cargarte, puedo tocarte de una manera que de otra forma, sería sólo un sueño. –le susurró el Gobernador con una sonrisa lobuna. ¡Adler! Si mi padre te escucha, puede retarte a duelo, aunque los duelos ya no sean legales. –le respondió ella muy sonrojada sonriendo. Pues, yo correría el riesgo una y otra vez, por el gran placer que estoy sintiendo ahora mismo, al verte tan adorablemente ruborizada. –le respondió Adler sonriendo seductoramente. ¡Que criatura
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Un huracán inminente y su fuerza descomunal.
La pareja junto a las damas de la Marquesa, llegaron a un pequeño parque que estaba cerca de la residencia. Al llegar, el Gobernador alzó a su novia en vilo, colocándola en su regazo. Luego de un momento de silencio, en el que sólo sus miradas se fundian por completo, Giorgiana se atrevió hablar.Mi amor, escucha bien lo que te voy a decir: yo… no es que no te haya perdonado, pero sinceramente, no sé cómo explicarte lo que siento, porque lo menos que deseo es lastimarte. –le respondió la Marquesa con los ojos cristalizados por las lágrimas contenidas. Tú no me estás lastimando. Al contrario, soy consciente de que una parte de ti, aún siente que no puedes confiar en mí y es entendible, créeme que no te culparía por tal desconfianza. Por eso, quiero que nos sinceremos el uno con el otro. Quiero que abramos nuestros corazones con completa honestidad, ¿Te parece? –le dijo el Gobernador. Claro que sí, mi amor. Pero, déjame decirte que… –le dijo Giorgiana, pero él la interrumpió: Mi herm
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Un río embravecido por secretos semejantes a puñales.
¡No puede ser! ¡Lo que te dijo ese Conde es totalmente falso! Alteza, él nunca me dijo nada de esos sentimientos. Eso nunca pasó, te lo aseguro. Además, ¿Cómo pudo ser capaz de decirte que yo te abandonaría, cuando eso jamás me había pasado por la cabeza? ¿Cómo se atrevió a…? –dijo Giorgiana, pero un fuerte sollozo la silenció de forma violenta, al provocarle un agudo y amargo llanto, lleno de dolor. No, mi amor. Por favor, no llores. Eso ya pasó y hoy estamos juntos. No llores más. –se apresuró a decirle su prometido, abrazándola con fuerza. ¿Acaso no lo entiendes? Fue por sus mentiras, que se desató la tormenta entre nosotros hace dos años. Por su culpa yo sufrí lo indecible. –le respondió ella bruscamente, apartándose de él sin mirarlo. No, no hagas esto. No te alejes, por favor. Tú y yo enfrentaremos juntos este hecho tan doloroso, como debió haber sido desde el principio. Por eso, quiero que los dos afrontemos la desvelación de varios secretos más, que son semejantes a puña
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