GeorgeDesde mi lugar podía verla centrada en cocinar algo, muchos flashes de escenas similares aparecieron en mi cabeza como un desfile de recuerdos de nuestra relación en el pasado, ella cuidaba de mí, y no me había dado cuenta en ese entonces. Era la primera y única mujer que había dejado cruzar esa puerta íntima de mi vida. Desde que me había dado los documentos del divorcio hace años atrás, no había tenido a ninguna mujer, ni recordaba a Johanna metida en mi cama en el departamento en Londres. Cerré los ojos y apreté el puente de mi nariz, era tanto en tan poco tiempo, que mi ansiedad creció, el tic tac del reloj me debilitaba poco a poco, aunque no a grandes pasos, pero el dolor era más constante que antes. Entonces, cuando levanté la mirada de nuevo en su dirección, quería decirle lo que me estaba pasando, no seríamos los mejores amigos, pero, antes de ser mi novia, prometida y esposa, tuvimos una amistad. Cuando me di cuenta, estaba sentándome en uno de los bancos de la barra,
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