31. Epílogo
Leeds era, por mucho, una ciudad mucho más tranquila que la bulliciosa Londres y pronto me hallé mucho más cómoda de lo que había estado cuando vivía allí. La panadería, poco a poco había ido cobrando notoriedad, tal vez debido a que papá conservaba la tradicional receta que, a su vez, el abuelo le había heredado. Ya nadie hacía pan como él, y pronto fuimos conocidos como la mejor panadería artesanal de la ciudad. Con ello, vinieron muchas ofertas para ampliar el negocio, pero después de hablarlo con mi padre, decidimos que lo mejor era mantener el negocio pequeño, así sería más valorado y no caeríamos en el error de los grandes comercios que, después de un tiempo, comenzaban a descuidar la calidad. Con el dinero ganado pude recuperar la casa de mis padres y arreglarla, e incluso, ser puntual en los pagos de mi crédito con el banco, aunque aún me faltaban un par de años para cubrirlo por completo, porque ahora era yo, quien se hacía cargo de los gastos de la casa, m
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