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Todos los capítulos de DESTINOS ENCONTRADOS. : Capítulo 51 - Capítulo 60
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Capítulo cuarenta y nueve.
Loan. —Cariño, relajate.Mi prometida parece no escucharme. Sigue caminando de un lado a otro, mordiendo sus uñas en un impulso nervioso, mientras con su otra mano libre sostiene el móvil contra la oreja. Espera unos segundos y luego vuelve a bufar.Creo que es la cuarta vez en diez minutos que lo hace.—Jess...—vuelvo a insistir.Ella ahora capta mi voz. Me mira a los ojos. En ellos centella la preocupación.—No responde. Nadie responde—sacude el aparato frente a mis narices con urgencia. Suspira y se pasa una mano por la frente—Ya ha pasado más de una hora, Loan. Y no sé donde demonios está, ni con quién, ni como carajos fue a parar a Boston. Voy a asesinarla.Me levanto de la silla y me aproximo hacía donde está. La tomo por los hombros en un intento inútil de darle seguridad.—Ella está bien—determino cada una de las palabras. No sé si para que ella se sienta más segura o para que yo no dude tampoco. No deseo asustarla con mis preocupaciones—Si fue hasta allí, será por algo. Sabe
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Capítulo cincuenta.
Jessica. ¿Qué...? Por inercia, doy un paso hacía atrás.Las palabras del morocho quedan revoloteando a nuestro alrededor como un maldito remolino.¿Por qué...? ¿Por qué no me lo dijo? ¿Por qué no confió en mi?Parpadeo, incapaz de poder procesar todo al mismo tiempo. La cabeza me da vueltas. Me sostengo del brazo de Liv, pero fracaso en el intento porque ella está igual que yo; ambas perplejas.—No...—consigo decir en un hilo de voz. Suena fatal y hasta doloroso. Frunzo el entrecejo—Ella no... Ella no nos mentiría. Estás manipulando la situación... Yo no—sacudo la cabeza con frenesí. Miles de recuerdos me vienen a la cabeza y solo quiero gritar de frustración. No me dejan pensar con claridad. Eso y el jodido sueño del que me despertó mi imbécil prometido al meterse en una pelea—¿Cómo sé que no estás mintiendo?Eirc parece notar mi preocupación. Niega con la cabeza y la tira hacía atrás, en un intento de mantener la calma también. Me detengo a observarlo mejor. Si qué ha cambiado bas
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Capítulo cincuenta y uno.
Jessica.Tomo una respiración honda mientras cierro la puerta detrás.Trago saliva al pasar las manos sudorosas por mis prendas y las piernas me tiemblan, pero estoy segura de que no es por lo ocurrido allí dentro. Son nervios.Los malditos nervios que delatan que la he cagado.He metido la pata hasta el fondo.El único sonido que escuchan mis oídos es el de los tacones contra el suelo. Ya es casi de madrugada, y nadie, a menos que sean las enfermeras, se encuentran por estos lados.Apoyo una mano contra la pared para intentar controlar mi respiración y cierro los ojos, soltando el aire acumulado.Sé que la he embarrado. Sé que eso fue una... maldita locura, pero no estoy del todo arrepentida por haberlo hecho. Vi la única oportunidad que nunca más volveré a tener y la tome. La tome sin importar como me sentiría después.Y la verdad es que ahora me siento como la mismísima mierda.No por mi. No por lo que acabo de cerrar para siempre. No por haberle dicho adiós a mi primer amor.Sino
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Capítulo cincuenta y dos.
Jessica.—¿Como diablos fue posible?—ruge mi amigo rubio, apoyando ambas manos sobre la mesa con determinación. Me sobresalto en el asiento—¿Dónde estuvo la seguridad en todo ese tiempo?Miro directamente a los dos oficiales que están parados detrás de las sillas. Ni siquiera se sorprenden con la reacción de Max. Frunzo el ceño de manera instintiva y sacudo la cabeza.Hemos estado así, sentados y escuchando a Max casi morirse de la desesperación e ira, hace más de dos horas. Según los agentes, la policía todavía no ha podido dar con el coche que se llevó a Sam. Nadie del hospital ha visto algo. Todos parecen no haberse dado cuenta de que se estaban llevando a una persona en coma con el total riesgo de morirse.Y siento que estoy más confundida que antes.Ni siquiera abrí la boca. Incluso cuando quisieron preguntarme, apenas solté una palabra. Mi cuerpo y yo estamos paralizados todavía. El miedo se me aferró como garrapata.—Eso queremos investigar, señor Well. Todos estamos buscando l
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Capítulo cincuenta y tres.
Jessica.En cuanto la puerta se cierra detrás de mi´, suelto todo el aire acumulado.Sacudo la cabeza y cierro los ojos con fuerza. Idiota, idiota, idiota. ¿Haberme acostado con él?¿En qué carajos estaba pensando?Joder, que no puede estar sucediendo esto.Mis extremidades tiemblan de pies a cabeza.¿Y si abre la boca?¿Y si dice algo de lo que pasó?No. Eso no podría pasar. Él no es así... Me separo de la puerta de mala gana y apoyo mis caderas contra la vajilla. Llevo una mano a mi frente, intentando dar pequeños masajes. Siento de nuevo la punzada dolorosa en la parte de la herida, recordándome que esto no va a terminar.—¡Maldición!—murmuro.Unos suaves golpes me sacan de mis cavilaciones. Me pongo rígida.Que no sea él, que no sea él...Y al abrirse, compruebo que la que está del otro lado es Chiara. Me da una sonrisa culpable antes de entrar por completo a la cocina. Parece entender que necesito espacio, porque vuelve a cerrar la puerta.Me obligo a respirar.—Lo siento, no sab
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Capítulo cincuenta y cuatro.
El silencio que abrumaba la sala se rompe con una pequeña carcajada de Max.Lo miro, pero no digo nada. Estoy sorprendida. Demasiado sorprendida. Hasta el punto de comenzar a pensar que esto parece ya una maldita película de terror.—Vale, estás de broma—dice el rubio, con una sonrisa amarga en el rostro.Si no fuera porque el morocho se haya detrás mío, estoy segura de que no dudaría en volver a romperle la nariz.—No puedes estar hablando en serio—agrego.Busco alguna negación de parte de Chiara, pero está tan sumida en sus pensamientos, que no consigo respuesta. Sin embargo, Eric no nos sigue en lo chistoso que suena todo esto. Frunzo el ceño entonces y giro la cabeza hacía arriba, donde sus ojos se encuentran con los míos por una milésima de segundos.Nunca vi tanta seriedad en su mirada. No parece estar bromeando...Joder, que no está bromeando.—Una cómplice, entonces—concluye Matt.—¿Cuando?—pregunta William, mirando a Eric. Su rostro está sombrío pero en su mirada parece hab
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Capítulo cincuenta y cinco.
Eric. —Tienes que descansar. Esto no es sano...—No necesito dormir.—No servirá que lo evites, ¿sabes?Suelto un resoplido.—¿De verdad piensas que te haré caso?—Estás actuando como un idiota—recalca, con notoria molestia.—Chiara...—asevero entre dientes.—Eric.Cierro los ojos con debido cansancio y tiro la cabeza hacía atrás, apoyándome contra el cabecero del asiento del auto. Esta misma me palpita a tal punto que parece que va a estallar. No sé cuando fue la última vez que dormí ocho horas, pero parece lejano.—Solo...—suspiro—, deja de intentarlo.—No, no lo haré. ¿Te crees que es fácil para mi decirte esto? Porque estás jodidamente mal de la cabeza si piensas eso. Es mi familia, Eric, por el amor de Dios. Ni siquiera sé si está muerta o viva y mentiría si dijera que eso no me está carcomiendo la cabeza, pero estar así... No llegarás a buen puerto—termina diciendo casi con nostalgia—Y todos necesitamos estar bien para cuando la encuentren.—¿Crees que fue él?—pregunto, desvian
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Capítulo cincuenta y seis.
Dos personas besándose. Una cabaña. Boston. Un arma. Cabello negro. La voz de Jessica. —¡Sam!Unas ruedas chillar.Ahogando un grito, abro los ojos como platos y mi cuerpo se impulsa hacía delante de manera automática. Busco aire, mis pulmones me comprimen a tal punto que duelen.Respiro entrecortadamente. ¿Que sucedió...? Parpadeo, confundida, acostumbrando a mis ojos a la poca luz que hay. Junto las cejas y mi cabeza comienza a palpitar dolorosamente, causando punzadas. Frunzo los labios. Todo a mi alrededor gira y tengo que sostenerme con fuerza a lo que sea que tenga a los costados. Creo que es una manta.Estoy en una cama.Siento mi cuerpo temblar casi por inercia, mientras intento recomponerme. ¿Porqué me cuesta tanto orientarme?¿Porqué siento mi cuerpo como si lo hubiera arrollado un camión? Me encuentro pesada. Mis extremidades están como gelatinas.Hasta me cuesta poder respirar hondo.Yo no...Intento tener abierto los parpados lo más que puedo, veo destellos blancos a
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Capítulo cincuenta y siete.
Jessica.Corro por la recepción de la entrada con la mayor rapidez que mis pies me permiten.Consigo esquivar a los demás empleados con varios empujones, sin atreverme a pedir disculpas. Ahora no es el momento.Ahora ni siquiera puedo frenar y ponerme a pensar.Con la respiración hecha un desastre y miles de lagrimas empapando mis mejillas, demasiado acaloradas en este momento, tecleo una y otra vez el botón del ascensor. Casi que dejo mitad de mi uña ahí dentro, pero es que necesito llegar cuanto antes...Joder. Suelto un sollozo involuntario mientras mi pierna se mueve con impaciencia.Casi que me largo a llorar nuevamente cuando llega y se abren las puertas para mi.Me meto en un segundo y pulso el botón al piso de mi mejor amigo.Rezo más de una vez para que se encuentre aquí. No lo he podido localizar. Intenté llamando a Liv, pero lo único que pudo decirme es que Max no estaba en sus mejores días.Y en verdad, ¿quién lo está realmente? Todo esto es un lío tremendo.Y ahora aún má
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Capítulo cincuenta y ocho.
Estoy corriendo. Persigo a alguien...No. Alguien me persigue a mi. Me aferro a unos barandales de hierro, la estructura donde me encuentro se balancea, haciendo que pierda la estabilidad por unos segundos. Casi que ahogo un grito. Creo... Creo que es una casa. No. Esa idea se me quita enseguida, cuando me inclino sobre el mismo hierro y aunque chilla, miro hacía abajo. La altura es demasiada. No hay ningún salón, ninguna cocina, nada. Solo es vacío. Ni siquiera se puede ver que hay allí. Todo allí abajo es negro. Me recorre un estremecimiento. Escucho pasos acercándose. Vuelvo a retomar el camino, está vez sin correr y teniendo cuidado de no tropezar. De solo pensar que pueda caerme hace que se me acelere aún más el corazón. Respiro entrecortadamente. Las palmas de las manos me sudan, se resbalan, me invitan, de alguna forma retorcida, a dejarme caer. Ellos me encontraran. Ellos van a matarme. De repente, todo se vuelve negro y reaparezco segundos más tarde en un pasillo. Un
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