Colin Slatham Luego de darme no sé cuántos paseos por mi despacho, pensando en que no debí dejarla sola con él, recuerdo que son hermanos y que no pasa nada. Que mis celos son infundados y ella misma me pidió espacio luego de todo lo que pasó entre los dos.La puerta se abre de repente y me arrancan de un tirón todas mis cavilaciones. —¿Qué quieres? —pregunto hosco.Siempre he sentido cierta hostilidad hacia mi tío, el hermano de mi padre y saber que mis primos y él, babean pensando en la herencia, me incomoda muchísimo.—Hay un par de cosas que te diré, no ven a gustarte lo sé, y luego me iré de tu vida para siempre.Oír esos augurios son toda una novedad para mi. Me quedo incrédulo esperando por él. —Si eres tan amable habla ya, que quiero estar solo —le riño.—Tú madre está viva, te ha mentido toda tu vida y eres hijo mío y no de mi hermano. Ella le mintió, le hizo creer que eras hijo de aquella sirvienta cuando en realidad apartó a aquel bebé de sus padres para poder quedarse s
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