Poco a poco Rebeca fue abriendo sus adormilados ojos grises, para encontrar un hermoso rostro frente a ella, mirándola con adoración y anhelo, transmitiéndole todo ese amor que había estado encerrado en él desde su partida o más bien, desde que los alejaron. Sin saber que decir o hablar, solo se tapó la cara con la sabana que cubría su cuerpo, sintiéndose avergonzada, recordando todo lo que había hecho con ese hermoso hombre que tenía al lado, sus mejillas se tornaron rojas y su voz se perdió en sus adentros, nunca en su vida hubiera pensado que eso le pasaría a ella, siendo tan desinhibida. Sintiéndose muy divertido, Marcos poco a poco y delicadamente fue bajando la sabana de su rostro, hasta poder ver esos ojos que lo hacen perderse y enamorarse, más cada vez que los ve, se sentía feliz, dichoso y encantado, él sabía muy en sus adentros que su amor, su amada esposa, no había muerto como todos pensaban, su corazón se lo decía y tenerla aquí en su cama, en sus brazos, era el mejor lu
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