CAPÍTULO 13. Tú nunca decepcionas, bestiecita
—¿Lista princesa?A Sammy le había durado dos segundos la estupefacción porque iban a estar tres meses en aquel lugar antes de que llegara un alma a rescatarlos, pero de repente ese pedacito de ella que se estaba volviendo fuerte solo había asentido con firmeza.—No pasa nada… ¡No pasa nada! ¡Tres meses no son nada! —había sonreído con entereza—. Tenemos una casa, comida, agua, camas, ¡champú!... Solo son unas vacaciones exóticas, ¿cierto?En cualquier otro momento habría puesto el grito en el cielo, pero después de los días que acababan de pasar, a la intemperie, entre temporales, cuevas y arena, aquello le parecía una bendición.—Bueno, técnicamente todavía no tenemos luz ni agua —había respondido él, tratando de no sonreír de oreja a oreja porque ella parecía a punto de ir a la batalla y sin miedo—. Hay que ir a buscar un generador en el supermercado y ver cómo hacemos andar la planta de agua para que salga algo por las tuberías.—¿Y a qué estamos esperando? —se había animado Sammy
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