–¿Quién eres, Lía? No pude evitar reírme con nerviosismo. ¿Quién era? Es una pregunta que ni siquiera tiene sentido, quiero decir, es mi psicóloga, ¿No? Se supone que sabe quién carajos es el paciente que le paga por hora, al menos eso supongo. –¿Qué? Yo… Soy Lía, Lía Clarkson. Me sentía aún más tonta que ella especificando de ese modo. La mujer, de unos treinta y ocho años, con cabello claro pero de un modo natural y muy abundante, con gafas de una forma bonita que le daban a su regordete rostro un toque de inocencia y ternura, me sonrió con suficiencia. –Lo sé. Pero ese sólo es tu nombre, quiero saber quién eres tú realmente. Sé que puede sonar tonto, pero creéme, es algo muy importante. Nuestra tarea aquí es entender tu depresión y los nudos dentro de las raíces que la atan a ti. Para esto, lo más importante es identificar. Identificar cada punto, patrones, pensamientos, y todo esto sucederá luego de identificarte a ti. Intentaba entender sus palabras y siendo del todo honesta
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