Cuando Liesel despertó a la mañana siguiente, tenía el cuerpo todo dolorido, y su piel aún llevaba las marcas de la pasión, el interior de sus muslos estaba rojo por el roce de su barba, pero nunca antes se sintió tan feliz, podía morir en ese preciso momento y se iría con una sonrisa en los labios. Recuerdos de los besos, caricias y piernas entrelazadas invadieron su mente, y su cuerpo se estremeció al recordar lo sucedido y se ruborizó cuando una oleada de pasión inundó todo su ser. Así que dio gracias por estar sola en la habitación. Quería gritar de felicidad.Acababa de salir de la ducha cuando Derek entró, llevaba puesto unos pantalones de mezclilla y una playera blanca, iba descalzo con el cabello alborotado, y aun así lucía como el hombre más sexi que ella había visto jamás. «¿Cómo carajo era eso posible?»Derek traía una bandeja llena de cosas deliciosas, su estómago gruño de hambre cuando inhalo el olor de los alimentos, pero sobre todo del café recién hecho. Él colocó la
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