El primero que tomó la palabra fue el juez, abriendo un enorme libro frente a ambos, mientras decía aquellas palabras. Nuestros testigos firmaron junto a nosotros como fieles creyentes de nuestro amor y después las palabras del sacerdote, inundaron el espacio junto al ruido de las olas. “Queridos amigos aquí presentes, nos hemos reunido hoy para unir a este hombre y a esta mujer en sagrado matrimonio…” Frente a él, escuchando las palabras, llegó mi turno de responder, — Yo te recibo a ti, para ser mi esposo, para tenerte y protegerte de hoy en adelante, para bien y para mal, en la riqueza y en la pobreza, en salud y en enfermedad, para amarte y cuidarte hasta que la muerte nos separe. Luego me quedé en silencio mirándolo a los ojos con emoción, mientras Matt dejaba un beso en mi mano antes de responder. — Yo te recibo a ti, mi princesa, para ser mi esposa, para tenerte y protegerte de hoy en adelante, para bien y para mal, en la riqueza y en la pobreza, en salud y en enferme
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