Alison se levantó de forma lenta guardando los papeles en la carpeta, mientras sus manos temblaban de la pura adrenalina. —Iré a culminar con esto… y, además, buscaré a Charlotte… Jane se la quedó mirando largamente, y antes de que Alison se girara para tomar también su maleta, ella le agarró el brazo. —¿Dónde está mi teléfono? —Ammm… lo siento… ayer me quedé en casa de Emma, y no pensé que… —¡Demonios! Eres tan despistada. ¿Podemos ir a buscarlo? Alison abrió los ojos, y negó rápido. —No tengo llaves, y Emma no está en este momento en el apartamento, además, si no llevo estos documentos pronto, puede que… —¡Está bien! ¡Vete! —cortó Jane. «Por supuesto que me iré», gritó Alison en su mente, y con un asentimiento, comenzó a caminar para salir de ese apartamento. Desde el momento en que saliera de aquí, esa mujer no tenía ninguna autoridad para con ella, y aunque temía por su propio cuerpo, Jane lo necesitaba también para hacer el cambio. Así que no iba a hacerle daño por ahora.
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