KIARA. Subió las escaleras con demasiado cuidado, no quería tirar la bandeja, ahora ella y el hombre compartían la misma habitación. Cuando llego hizo maniobra para sacar la llave de su sudadera. abrió la puerta con dificultad. —Buenos días Kendra, he traído el desayuno.— Hablo, viéndola en el sillón. —No tengo hambre.— Murmuró. sin mirarla abrazaba sus piernas. —Tienes que comer— Suspiró. —¿Acaso eres sorda? Te he dicho que no tengo hambre.— —No importa si tienes hambre o no, tienes que comer o el se enojara.— —Habla con el, tiene que entender que nuestro amor solo fue pasajero un amor adolescente que se ha acabado.
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