Exactamente una semana después del primer regalo que Rossie recibió de manos de un mensajero anónimo, llegó a su poder, por correo regular, un sobre de terciopelo negro sin marca alguna, que camuflaba, en su interior, dos boletos: uno de ida y otro de regreso hacia las Islas Galápagos. Se encontraban fechados para el fin de semana siguiente. Acompañaba al presente, como era usual, una nota escrita a mano por Jared Cavalier. «Pequeña, sé que es mucho pedir, pero necesito verte ya. Tienes siete días para inventar una historia lo suficientemente convincente como para que nadie de tu familia sospeche el verdadero porqué de tu ausencia el próximo fin de semana. Confío en tu talento para el engaño. Y recuerda: es por una buena causa. Kisses and hugs, Jared Cavalier». Todo cuadraba: el neceser de viaje, el traje de baño, los amenities. El tiempo corría, se hacía necesario pensar en un plan. A Rossie se le ocurrió lo obvio, la noche antes del viaje. Había p
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