—Tus costillas sanaron a la perfección —dijo el doctor mirando la radiografía en sus manos—. Así que está es nuestra última cita. Ezio sonrió ante las palabras del doctor, había esperado por ellas desde el día que salió del hospital y cada día se había hecho una eternidad. Aunque si lo veía en retrospectiva, no parecía tanto ahora que había llegado al final. —Gracias por todo, doctor —dijo.Se levantó y le ofreció la mano.—No hay de qué. Envíele mis saludos a su novia y asegúrese de agradecerle también. Estoy seguro que, de no ser por ella, no se habría recuperado tan rápido. El doctor estaba en lo cierto. Elaide había estado detrás de él en todo momento, asegurándose de que tomara su medicación y que realizara sus ejercicios de rehabilitación. Y podía decir con certeza de que no había sido el trabajo más fácil del mundo.Ezio no era un paciente ejemplar. Se había quejado cada vez que podía, tal vez solo por ver a Elaide fruncirle el ceño. Se veía tan adorable cuando comenzaba
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