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Todos los capítulos de Sé bueno conmigo: Capítulo 21 - Capítulo 30
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(20) Ojos abiertos
- Luca...-¿Si?- retorcí con fuerza el borde del abrigo sobre mi regazo-¿Yo podría... Irme a vivir contigo?- a pesar de mantener la vista en las calles que pasábamos, pude sentir su mirada sobre mí.-¿ Costas te hizo algo?-No es así... Es sólo que siento que le estoy dando muchos problemas. Dado que vive sólo, no debe estar acostumbrado a hacerse cargo de otras personas, así que debe ser frustrante para él.-Aunque Costas pueda mostrarse como una persona molesta, en realidad no le incómodas, de lo contrario ya lo hubiera dicho y estaríamos buscando otro lugar para que te quedaras. Además... Ahora que sabes lo que hacemos, sería aún más peligroso para tí que te quedarás en mi casa, digamos que no soy el más prudente de los tres- murmuró, soltando una risita incómoda.-Entiendo...- la idea de que todo lo que estaba sucediendo era por Costas, se hacía cada vez más latente en mi cabeza. Aparté la mirada de la ventana y lo miré mientras conducía- Mañana... Será el aniversario luctuoso de
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(21) La primera estrella
Las miles de casas idénticas fueron dejadas atrás y poco después, las mismas calles conocidas de la ciudad. Salir de aquel lugar así, sin más, era extraño.Ante el silencio dentro del auto mi mente divagó un poco. Miré el teléfono entre mis manos.¿Ya habría llegado a casa?¿Habría notado mi ausencia? ¿Él... sería capaz de pensar alguna vez en mí durante estos días?Aparté la mirada del teléfono con brusquedad. Un par de horas y ya estaba haciendome películas mentales. Yo no le importaba en lo absoluto. Debía detenerme.Un túnel oscuro se alzaba en el camino. Al cruzarlo miles de pequeñas luces amarillas alrededor de la paredes del túnel brindaban una luz tenue.Pensé en Alba, y en lo bonitas que eran las noches cuando poniendo toda mi atención podía ver miles de estrellas, como fluyendo en un río a lo largo del cielo.Desde atrás una repentina luz blanca iluminó de manera enceguecedora, tal como una estrella, el interior del auto. Miré atrás con dificultad hasta que de entre tanta l
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(22) Lo has hecho bien
Me retorcí entre las sabanas tibias. Una sonrisa se dibujó en mi rostro. Había pasado tiempo desde que había dormido tan cómodamente, entonces me levanté de un salto. No reconocía la habitación. Apenas unos rayos de sol lograban entrar a través de las pesadas cortinas. Bajé con cuidado de la cama para apartarlas pero retrocedí con brusquedad al oír un quejido provenir del suelo.-Aún en las mañanas eres un desastre andante...- mi estómago se retorció ante aquella voz ronca pero al instante la reconocí.-Lo siento...- Guarda silencio y déjame dormir ¿puedes hacer eso bien?- tensé los labios al verlo colocarse boca abajo y ocultar su mirada entre los mechones desornados de su cabello. Pasé por su lado con sumo cuidado para no volver a tropezar y me dirigí a una puerta entreabierta que supuse era el baño, con la maleta entre mis brazos.Saqué lo necesario para lavar mi rostro y dientes. Tomé un baño rápido para no hacer mucho ruido y tomé un enorme suéter grueso junto a unos pantalones
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(23) Hora de volver a la realidad
- La tía Sam en realidad no es mi tía, era la mejor amiga de mi madre y dado que no tenía otros familiares, cuando mamá murió estuve con ella, hasta que Alonzo apareció. Sus padres también habían muerto y él quiso que nos mantuviéramos unidos. Le asustaba que lo quedaba de nuestra familia desapareciera.-¿ Y ese chico?- Adriano es el hijo de la tía Sam, nos criamos juntos. Pero... ¿Por qué quieres saberlo?- Murmuré clavando la mirada en el tablero del auto.- Me preguntaba por qué no te habías quedado con ella.- No quería causarle problemas...- ¿Así que decidiste volver loco a alguien más?- tensé los labios incómoda y guardé silencio el resto del camino al hotel. Luego de guardar nuestro equipaje partimos de nuevo, camino al cementerio.Lo contemplé algo triste. Era hora de volver a la realidad.El cielo estaba despejado,dejando al sol brillar intensamente, aunque la brisa lo compensaba. Costas caminaba a mi lado,en silencio. Por alguna razón, al ver la colina en la que mi madre d
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(24) Corazón en llamas
Las calles de Milán estaban atestadas, al punto que no se podía caminar cómodamente. La gente yendo en todas direcciones no me dejaban avanzar mucho a pesar de que trataba de seguirle el paso a Costas.Me detuve de golpe y cansada al borde del rayado peatonal, mientras los autos cruzaban a toda velocidad. Sólo cuando la gente delante de mí comenzó a movilizarse supe que el semáforo había cambiado. Costas se adelantó unos pasos y yo me apresuré a alcanzarlo para cruzar rápidamente pero un claxon sonó a un costado. Sólo pude ver a un hombre sobre una moto viniendo en mi dirección.Sólo por un segundo. De pronto me hallaba de pie, nuevamente sobre la acera. Entre sus brazos. Siendo apretada con fuerza contra su pecho. Mi piel se erizó al sentir el mínimo roce entre sus brazos y mi espalda, e instintivamente contuve la respiración. Entonces escuché los motores de los autos detrás de mí.Habíamos perdido el turno de cruzar la calle.Un golpeteo extraño y acelerado chocaba contra mi oído.
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(25) Sin palabras
Luego de esa noche todo salió a luz.Según el reporte de la policía, Angélica Di Castro era mitad americana y pertenecía a una de las familias más poderosas de la mafia siciliana, de hecho, era su líder. Al ser hija única, había heredado el puesto de su padre luego de que falleciera.El cuerpo de Alonzo había sido encontrado 6 meses después, en una bahía. Se había determinado que la mafia lo había enviado de "pesca" junto a otras doce personas a las cuales se les crearon cuentas de seguro social a sus nombres y en las cuales se depositaron grandes sumas de dinero. Luego de sus "trágicas muertes" los seguros fueron cobrados poco después por "familiares".Sólo se encontraron cuatro cuerpos. Incluido el de Alonzo.Ninguno de los cuerpos de las personas que estuvieron en la explosión fueron encontrados. Todo había quedado reducido a cenizas.Alonzo Rossi, Luca D' Angelo, Costas Rinaldi, incluso Matteo y Bruno. Todos se habían ido como si nunca los hubiera conocido. Como si no hubiesen exi
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(26) En el silencio de las vanas ilusiones
-Ya llegué- anuncié al cerrar la puerta al tiempo que dejaba mis botas junto a los tacones negros de Alessandra.-Oye, ¿te quedaste un rato más en el gimnasio?- ella salió de la cocina masajeando sus mejillas, creando círculos con la crema que esparcían sus manos- No me trajiste Tiramisú- se quejó mirándome con reproche.-Lo olvidé- su mano se arrastró por mi rostro, dejándome media cara llena de crema a modo de venganza. Reí por lo bajo mientras esparcía la crema uniformemente.-¿como te fué en el trabajo?- pregunté mientras la seguía a nuestra habitación.-Respecto a eso... Debo decirte algo- dejé el bolso sobre la cama y me volví hacia ella. Luego de urgar un poco, dejó su bolso de cosméticos sobre el tocador y suspiró con los ojos cerrados. Esto era serio.-¿Qué sucede?-Me despidieron de la tienda-sus ojos siguieron cerrados. La miré incrédula pero no fuí capaz de decir algo- un hombre trató de sobrepasarse con una de las chicas en la tienda, me molesté y le pedí que saliera per
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(27) Encuentros del Tercer Tipo
No quería tomarle mucha importancia pero los pasos presurosos de aquel señor me ponían nerviosa. Lo seguimos en silencio entre los angostos pasillos del bajo mundo hasta un amplio comedor que empezaba a llenarse rápidamente por el personal. Unos minutos después las numerosas mesas del comedor estaban ocupadas por completo y nosotras nos encontrábamos al frente junto a aquel hombre con cara de pocos amigos.-¡A callar!- su grito resonó por todo el lugar,haciendo enmudecer a todos los presentes quienes hasta el momento habían estado murmurando y dedicándonos miradas curiosas -El día de hoy se estarán integrando al personal éstas jóvenes, espero que para mañana estén al corriente de la política y modo de trabajo de Four stations. Presentense - ordenó con un movimiento de cabeza en dirección a las personas que nos observaban en silencio. Alessandra dió un paso adelante. Sus ojos verdes parecieron agrandarse y brillar más de lo normal, incluso su rostro se transformó. Una sonrisa encantado
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(28) Adriano
-Estoy en casa- Murmuré, quitándome los zapatos con los talones. -¿Oye por qué llegas hasta ahora? ¿Y mi Tiramisú? -Hoy había mucha gente en la tienda y se revolvieron un poco...- informé sacándolo de mi bolso- Iré a darme un baño... -¿No cenarás? -No, sólo quiero descansar -Está bien... Por cierto, te llegó un correo electrónico. -¿De quién?- pregunté, volteandome hacia ella. Contuve las ganas de reír al verla comiendo con esmero el tiramisú. -No lo sé...- logré entender de entre esas mejillas llenas de comida- respeto fervientemente tu privacidad. - Alessandra...- sólo una mirada de "Dilo ya" bastó para hacerla hablar. - Ay está bien, un tal Adriano ¿Quién es? -Un amigo de infancia- le aclaré entrando a la habitación. El computador junto a la cama estaba encendido, mostrando la bandeja de entrada de mi correo. Allí estaba. "Hola Ari ¿Cómo has estado? Ha pasado mucho tiempo, espero que no me hayas olvidado, eso me haría sentir mal :( Mañana regresaré a Italia, me gustaría
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(29) Una imprudencia por día ¿Recuerdas?
Luego de sentarnos en una mesa para comer, miré a Alessandra de reojo dándole un gran mordisco a su hamburguesa, obligandome a contener una sonrisa. No había mucha gente en el lugar así que sólo podía dejar mi mente divagar un poco. Viéndola así, justo frente a mí, pensé en lo agradecida que estaba de que ella siguiera a mi lado. Incluso viéndola, a veces la extrañaba porque en el fondo sabía...que de no ser por Alessandra, yo habría enloquecido. Sus ojos verde agua miraron con deseo la hamburguesa que devoraba y está vez no pude evitar reír. Alessandra levantó la mirada como si hubiese sido atrapada in fraganti.-¿Qué? ¡Tengo hambre!- se quejó a la defensiva- Alessandra, ¿Sabes que te quiero verdad?- su mirada quedó en blanco, incomodándome-Ari...no me van las mujeres.-¡Lo digo enserio!- ella soltó una carcajada, rejalándome-¿Pero... Sucede algo?-No, solo quería decírtelo...-También te quiero, tonta- ambas sonreímos, aunque yo más por vergüenza. Me resultaba incómodo decir e
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