Cuando nuestras vidas se encuentran estables y las cosas marchan con normalidad, es muy fácil tomar las decisiones correctas, pero no ocurre lo mismo cuando hay una emergencia; el día que sientes que tu vida se desmorona, te aferras a cualquier luz, incluso cuando sabes que, tras esa apertura, puede haber incluso más oscuridad o que la mano que se extiende para sacarte del agua puede ser la de alguien que en realidad te quiere hacer daño, pero en el momento en que te falta el aire, solo te coges y esperas ser arrastrado fuera. Después de haber hablado sobre registrar a Antonella, y decidido que iba a hacerlo a mi nombre, como si yo fuese su madre biológica, el temor me pudo más y aún cuando fui dos veces a la notaría, cargando a la bebé para hacer el trámite, me acobardé y salí de la oficina. Temía que, cuando estuviera por registrarla, cualquier cosa pasara y no pudiera hacerlo, los funcionarios sospecharan algo y, antes de que pudiera irme, llegara un trabajador de la oficina de fa
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