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Todos los capítulos de La Escolta del CEO: Capítulo 41 - Capítulo 44
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¿Podré perdonármelo algún día?
Cuando salieron del apartamento de la señora Laura, Jaime se ofreció a acompañar a Ivania hasta la cafetería en la que trabajaba. Ivania lo interpretó como una petición a hablar, durante el trayecto, sobre lo que ella acababa de revelarle sobre Antonella. Tenía bastante qué aclarar y aceptó.—¿Mi mamá lo sabe? —Fue lo primero que quiso saber Jaime cuando salieron del edificio y caminaban hacia el paradero de buses.—Sabes que algo así es imposible de ocultárselo a ella —respondió Ivania, que tenía la impresión de que Jaime se lo estaba tomando mejor de lo que había imaginado.—Bueno, sí, eso es cierto. Creo que hice una pregunta estúpida, pero entonces, &i
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Una oferta indecorosa
La noche tardó en llegar lo mismo que yo en estar agotada después de una jornada de trabajo en la panadería. Poco antes de terminar el turno, Jaime me escribió al celular, preguntándome si podía pasar y recoger a Antonella por mí. Con una sonrisa en mi rostro, porque eso me ahorraba como una hora, además de los pasajes del bus, le contesté que estaría encantada de que lo hiciera, al menos por ese día porque más tarde tenía un quiz de inglés y sí me gustaría poder repasar un poco. Jaime se comprometió a cuidar a Antonella como si fuese su hija y así acordamos. Salí del trabajo en dirección al instituto, en donde esperaba sentarme en alguna butaca y repasar las lecciones, porque sentía que se me daba terrible conjugar las frases y los tiempos en inglés. De verdad necesitaba ese repaso y hasta había considerado la opción de inscribirme en algún curso extra de inglés, pero no tenía ni el tiempo ni el dinero para eso. Si iba a sacar esa materia adelante, tendría que hacerlo por mí misma,
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Decisiones por tomar
El quiz de inglés fue un verdadero desastre y, fuera porque no había alcanzado a estudiar bien, por el cansancio general o porque estaba estremecida luego del encuentro con Bejarano, Ivania no logró contestar a ninguna de las preguntas del exámen. Cuando salió del instituto, estaba cabizbaja y desmoralizada. Jaime, que pasó para acompañarla de regreso a casa, no pasó por alto la desolación que embargaba a su novia. —¿Un mal día? —preguntó Jaime luego de pasar su brazo por encima de los hombros de Ivania. —Más bien una pésima noche —contestó Ivania—. Tuve un exámen terrible, en el que no conseguí contestar una sola pregunta. Al saber que se trataba de una prueba de inglés, Jaime se ofreció a ayudarle a Ivania. —No es que sea bilingüe, pero al menos el tema de las conjugaciones verbales sí lo sé —dijo Jaime—. Puedo ayudarte con eso. Ivania agradeció el gesto de Jaime y concertaron que dedicarían algún espacio de los fines de semana para estudiar. Cuando llegaron a casa, Ximena ya
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Lo hago por Antonella
Cuando nuestras vidas se encuentran estables y las cosas marchan con normalidad, es muy fácil tomar las decisiones correctas, pero no ocurre lo mismo cuando hay una emergencia; el día que sientes que tu vida se desmorona, te aferras a cualquier luz, incluso cuando sabes que, tras esa apertura, puede haber incluso más oscuridad o que la mano que se extiende para sacarte del agua puede ser la de alguien que en realidad te quiere hacer daño, pero en el momento en que te falta el aire, solo te coges y esperas ser arrastrado fuera. Después de haber hablado sobre registrar a Antonella, y decidido que iba a hacerlo a mi nombre, como si yo fuese su madre biológica, el temor me pudo más y aún cuando fui dos veces a la notaría, cargando a la bebé para hacer el trámite, me acobardé y salí de la oficina. Temía que, cuando estuviera por registrarla, cualquier cosa pasara y no pudiera hacerlo, los funcionarios sospecharan algo y, antes de que pudiera irme, llegara un trabajador de la oficina de fa
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