Capítulo 65. Epílogo.
Elizabeth Collins. Tres años después… Es la primera vez que una llovizna en la mañana no es molesta, al contrario, escuchar las gotas en su encuentro con el techo es muy relajante, sobre todo porque no tengo que ir a trabajar hoy. Me estiro lo suficiente para desperezarme y volteo para dejar un beso en la mejilla del caballero a mi lado. No me atrevo a hacer ruido para no despertarlo. Se ve tan jodidamente bello durmiendo que me deleito escuchando sus leves ronquidos y mirando sus largas pestañas cerradas. Paso mi dedo muy sutilmente por su mandíbula, donde una barba, ya bastante crecida, le da ese aire varonil y sexy que tanto amo. «Debe estar exhausto» me digo a mi misma recordando la hora que llegamos a casa anoche, o mejor dicho, de madrugada, después del desfile de la temporada. Me levanto con suavidad y camino hasta la ducha entre suspiros y bostezos. El lanzamiento de ayer también me dejó agotada y mis pies se sienten hinchados y pesados; nunca antes habíamos tenido tantos
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