Apagué mi coche y miré con atención la casita oculta detrás de los árboles. Había tanta vegetación que si no mirabas de cerca, era posible pasarla por alto. Lo único que delataba su ubicación era el camino de tierra que recorría el jardín hasta la puerta.Me acerqué observando y buscando detalles que me indicaran que alguien vivía allí, y sí. Las ventabas estaban abiertas y se veía que alguien había limpiado las hojas del porche.Respiré hondo, intentando calmar mis latidos y cerré mis ojos un momento, rezando porque esté aquí.Por favor, por favor, por favor que sea él.A medida que me acercaba más a la puerta, más nudos se formaban en mi estómago y mis manos comenzaron a sudar. Ni siquiera pensé en qué podía decirle primero. "Hola" tal vez, aunque sonaba banal. Lo que quería realmente no era hablar, solo besarlo y pedirle que vuelta conmigo, que no me deje nunca más, que pasé el resto de su vida amándome como yo lo amo a él.La puerta estaba cerrada así que golpeé un par de veces y
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