18. UNA PROBADA AL CIELO
Gael había empezado a trabajar desde temprano, hoy era un día muy largo, por lo que antes de que amaneciera ya estaba arriba. Cuando estaba en su segunda oficina, recordó que los contratos por los que hoy venían nuevos socios estaban en su otra oficina, y Mason no se encontraba para que él se los llevara, por lo que decidió ir él mismo. Iban hacer las siete de la mañana, no creía que hubiera nadie ahí, pero cuando llegó y entró a su oficina, una que extrañaba, su cuerpo se quedó congelado, al igual que de la persona que estaba adentro, semidesnuda. —¡Mierda!, ¡Mierda!, ¡Mierda! — Gael no sabía si eso que veía era bueno o malo, porque aunque sabía que debía girarse para no mirar o salir de ahí, no pudo, por el contrario, cerró la puerta
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