[Roberto Abad] Dicen que el sexo matutino es uno de los mejores placeres de la vida y lo he comprobado. Observo con satisfacción la espalda de mi bella prometida. Con mi dedo índice recorro desde su hombro hasta la parte baja de la espalda que cubre la sábana que esta tapando su trasero. Ella se remueve aún con los ojos entrecerrados, al parecer el roce de mis dedos a su piel le hace cosquillas, sonrío, ella me hace sentir demasiada ternura, desde que vivimos juntos mis días son felicidad pura, Lili me hace sentir tan amado. Ella es tierna, juguetona, divertida y hermosa. Me vuelve loco sus mimos y caricias, sus manías. Acerco mi boca a su hombro y mordisqueo levemente. —¡Oye! —grita como si la mordida hubiera sido fuerte, yo suelto una risa —¡Estoy tratando de dormir cinco minutos más! —suaviza su voz soñolienta. Hunde su rostro a la almohada mientras rodeo su pequeño cuerpo con el mío. —Mi amor, pero si falta ya una hora para que entres a trabajar —acaricio
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