Capítulo veintidósDobla hacia un gigantesco centro comercial —Si claro, lo que tu digas mi irresistible. Ya llegamos asi que ve quitándote ese cinturón —él busca un estacionamiento y se parquea como todo un profecional, apaga el motor y desbloquea el bonito auto—a comer helado—mis ojos brillan con intensidad y desbloqueo rápido el cinturón. Baja del auto y su teléfono suena, lo tomo, Amir abre mi puerta y le tiendo el móvil —Te están llamando—giro hacia él y espero que conteste. Se da la vuelta y abre la llamada. Mis ojos escanean todo su tonificado cuerpo de arriba a abajo sobre esa fina y costosa ropa que lo deja ver como una super estrella inalcanzable, sus brazos, sus piernas, su espalda, su trasero, su cuello y ese cabello.Dios mío, que papacito. Cuelga y voltea hacia mí con una sonrisa—&iques
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