Observo al chico de ojos marrones mirarme atentamente, por un momento pienso abrir mi boca para aclarar las cosas, pero el estruedo de algo rompiendose me alarma, sin decir ni una sola palabra dejo el café en la mesa para ir a investigar, pero su mano me retiene y me coloca atrás de él. Camino detrás de él a medida que va avanzando y recibe un golpe por sorpresa, el olor a lavanda inunda mis fosas nasales y antes de que el ricachón se le tire encima al tipo lo detengo y lo alejo lo más que puedo del que ahora se soba la mandíbula. —Hey, tranquilo—por primera vez hablo para Ricky Ricón y el voltea a verme con esos ojos amarillos —Yoshua, compórtate —junto mis cejas y me cruzo de brazos. —Que me comporte un carajo, no soy tu puto perro—trata de pasar por mi lado y lo empujo.
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