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Todos los capítulos de La tentación del mafioso: Capítulo 51 - Capítulo 60
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51. No es un espejismo… él está vivo
Sebastian Uno de mis hombres infiltrados en la seguridad de los Ferragni me informó del enfrentamiento entre Carlo y su padre. También del atentado contra Gia y el forcejeo de Isabella contra los esbirros de Gerónimo por tratar de defender a su hermano. Por suerte, todos estaban bien, aunque suponía que cada uno estaba a punto de perder la cabeza. Las cosas ya se estaban saliendo de control y no había tiempo para perderlo. Debíamos actuar rápido y ser cuidadosos, de lo contrario, no saldríamos ilesos. No si no sabíamos que tan sucio podría estar jugándonos Gerónimo. —Informes. —Pedí a través del auricular mientras rodeábamos el coliseo. —Hay varios sospechosos en el perímetro. —Respondió Lorenzo de inmediato. —Distancia del casino. —Doscientos metros, señor. —Hizo una pausa—. Estimo de tres a cuatro. —Nos han fichado. —Mascullé con los dientes apretados—. Haremos el intercambio de auto al suroeste del coliseo. Contamos con veinticinco segundos. —¡Muévanse, muévanse! —Bramó mi
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52. Burlar la seguridad del hotel
SebastianTodos los medios hablaban acerca de la ceremonia de compromiso que se llevaba a cabo ahora mismo en el hotel Ferragni. Una íntima pedida de mano entre familiares y amigos más cercanos que provocaba el cotorreo de la gente y del próximo enlace entre los Ferragni y los Vitale.¡Una bomba mediática! Se hablaba en todos los canales televisivos y yo estaba a punto de perder los estribos echar abajo todo lo que se me atravesase. Por eso Carlo cogió el control del televisor para apagarlo.—Se lo que estás pensando, Sebastian… —Dijo advertido—. Es un evento con al menos veinte hombres custodiando cada rincón del hotel, sería un suicidio.Lo era, por supuesto que sí.—¿Y piensas detenerme? —Pregunté tras llegar a mirarnos fijamente.—Seria lo más sensato, ¿no crees? —Sonrió, y sorbió del trago en su mano—. Pero supongo que mi advertencia no te haría ni rechistar.—Supones bien. —Suspiré y me recargué a la espalda del sofá. Pensé poco e hice los cálculos—. Tengo a cuatro de los míos i
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53. Cumplir la promesa
SebastianIsabella entró a la suite sin poder percatarse de mi presencia, ni la de forma en la que yo la observaba embelesado desde las sombras de aquella habitación.Comenzó por quitarse los zapatos y luego alcanzó la cremallera de su vestido. Sus dedos rozaron el inicio de su espalda y luego se detuvo a medio camino. Ladeó la cabeza y esbozó una seductora sonrisa que yo no pude evitar compartir.—Si me ayudaras, sería un poco más fácil… —Dijo en un delicado y suave susurro que me invadió el cuerpo entero.Joder, olvidaba lo perspicaz que podría ser aquella mujercita algunas veces.Avancé lento hacia ella e ignoré las ganas terribles que tuve de devorarla cuando comenzó a jugar con la seda de su vestido, dejándose caricias por todos lados.Caricias que yo me moría por ofrecerle…Llegué a ella enterrando mis dedos en el recogido de su cabello y tiré de él provocando que la maniobra me diese total y completo acceso a su cuello. Habría pasado mi vida entera impregnado a ese aroma que la
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54. Tres corazones
Bella Cuando supe que Sebastian se había ido antes de que alguno de los guardias del hotel pudiese alcanzarlo, creí que todo habría acabado para nosotros. Pero me confié demasiado y por eso no vi venir la fuerza con la que Sandro me lanzó contra la pared. Solté un quejido tras recibir el impacto y ahogué otro cuando sus dedos se envolvieron alrededor de mi cuello y casi me elevaron del suelo. —¿Crees que puedes verme la cara de idiota? —Toda su cercanía se pegaba a mi cuerpo de una forma en la que su aliento me rasgaba la piel. Cerró los ojos un instante e inhaló el aroma de mi cuello—. Eres una pequeña y m*****a zorra. ¿En nuestra propia ceremonia de compromiso? ¿En serio, Bella? —Déjame en paz. —Traté de forcejear, pero él impidió cada uno de mis intentos y me sacudió con más fuerza. Casi escuché mis huesos crujir dentro de mi propia piel. —Yo tengo más derechos que él a poseerte… Así que tomaré ahora mismo lo que me pertenece. —Masculló con los dientes apretados y arrastró una
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55. El amor tiene nombre y apellido
¡INPORTANTE! Si por casualidad llegaron a leer este capitulo el dia de ayer y sienten que esta repetido, ha ocurrido un error con el orden... Por lo que deben volver al 54 que es el correcto y volver a este. Lamento muchisimo los inconvenientes, pero vale la pena cada palabra. . . .GiaRoma se entregaba a la madrugada y yo supe que no conseguiría conciliar el sueño, por eso no lo intenté. Me refugié en el pequeño jardín del casino luego de haber pasado un par de horas en la habitación de Enzo y compartiendo un silencio grato con Greco. La bala no había profundizado y la recuperación seria rápida.Lo que me tranquilizó… Su vida valía tanto como la mía y él había puesto la suya todo el tiempo en riesgo por mí.La gélida brisa me envolvió al tiempo que me sentaba en una de las banquetas. No me encontré tan sola como esperaba, algunos de los hombres de seguridad merodeaban esa zona y yo no supe si aquello podía significar algo bueno.La supervivencia de Mauro traía consigo demasiados es
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56. La prueba del vestido de novia
GiaLlovía, y resultaba bastante extraño tratándose de una temporada del año como aquella. La primavera ya no se sentía tan viva con antes, al contrario, arrastraba con ella el olor a sufrimiento y la presencia de muchísima sangre.Temblé, Greco me miró y yo guardé mis pensamientos donde no pudiesen cobrar vida propia.Aquel silencio atormentaba y casi rayaba la desesperación. En cualquier momento aquellas cuatro paredes terminarían por consumirme. La cabeza me daba vueltas y las manos me temblaban, producto de los nervios y la angustia por no saber que era lo que pasaba.De pronto escuché un par de voces, ladeé la cabeza y descubrí que Greco había prendido el televisor. Cambiaba de un canal a otro, futbol, cocina, política y…—¡Espera…retrocede! —Le pedí, pero no esperé a que lo hiciera y le arranqué el control de las manos.Cambié el canal y de pronto y descubrí a una reportera emitiendo en vivo la noticia de algún acontecimiento de última hora. Pero no fue eso lo que me detuvo a mi
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57. El objetivo de una bala
Gia—Tendrás una consulta con una de las dependientas, Está arreglado. Solo procura ser discreta y pasar desapercibida Gia. Me estoy jugando el pellejo con esto. —Esas habían sido las palabras de Greco después de parquearse una cuadra antes de la tienda.Asentí, nerviosa. Y luego nos quedamos un par de minutos dentro del auto mientras él de alguna forma conseguía arreglarlo todo a través de su móvil.—Ah, y otra cosa… —Cogió mi mano que temblaba y colocó un pequeño dispositivo. Alcé la mirada y arrugué la frente—. Con esto podrás comunicarte conmigo en caso de… —Hizo una pausa y cogió aire—. Solo úsalo si es necesario, ¿de acuerdo?—¿Estaré en peligro?—En la tienda solo están las mujeres de ambas familias. Por supuesto, Sandro también, por eso te pido prudencia.Volví a asentir y me preparé mentalmente para saltar fuera del auto.Caminé despacio y me di el tiempo suficiente para aplacar mis nervios. Me sudaban las manos y el corazón me palpitaba loco contra el pecho. Pero todo lo que
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58. Te prohibo morir
BellaGrité y luego caí sobre mis rodillas.—¡Gia! —Chillé tan alto que creí que se me desgarraría la garganta.Quise correr hasta ella, fue mi intención, pero Sandro lo impidió rodeándome por la cintura y estampándome de vuelta contra la pared.No importó que forcejeara, ni siquiera que sollozara de un modo que abordaba el peor de los dolores. Una artimaña como aquella no tenía compasión por nada ni por nadie.Se alimentaba del sufrimiento ajeno. Por eso disfrutó que la intención de aquel disparo cumpliese su objetivo.Gia se desplomó en el piso al tiempo que Enzo evitaba su cabeza se golpeara contra el pavimento. Un instante más tarde, llegó mi hermano a la escena. Su impresión fue tan grande, que al principio dudó, luego se lanzó a por ella y la cargó en peso como si pesase menos que una pluma.Me paralicé, sus ojos todavía no se cerraban, pero la sangre no dejaba de salir de su cuerpo. Todo de mi hermano estaba manchado de ella…Se la llevaban y yo quería ir con ella.Mordí el bra
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59. Las consecuencias de la mafia
BellaMe metí al agua y arrastré conmigo el recuerdo de una masacre. Una que difícilmente conseguiría borrarse.Todo de mi olía a pólvora, sudor y los restos de unos terribles temblores. Cerré los ojos y pretendí que, con aquel hecho, desapareciese todo. Que los remiendos de aquella tarde se fuesen por el drenaje como espuma y sales marinas. Me sumergí sabiendo que aquello no conseguiría llevarse nada, pero al menos el silencio que producía estar debajo del agua aliviaba. Por un instante, pensé en cómo se sentiría si mis pulmones comenzaban a llenarse de agua.¿Me arrepentiría en el último instante? ¿Lo lograría? Si lo intentaba… no quedaría espacio para el arrepentimiento. Estaría hecho y me llevaría conmigo el fin de todo esto.Un ambicioso poder que ponía en riesgo las vidas de las personas que amaba…Si no tendría una vida feliz, ¿para qué quería vivirla?Quizás habría acabado con todo eso si Analía hubiese durado un par de segundos más en entrar a mi baño. Tal vez mi existencia
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60. Traición y dolor
SebastianEl final estaba a la vuelta de la esquina, ¿seriamos capaces de soportarlo?El murmullo de las constantes de las maquinas coincidió con la vibración de mi móvil. Un nuevo mensaje de texto.Rigo, uno de mis hombres infiltrados y que ahora trabajaba para la seguridad de Sandro. Sabía que no podía usar la comunicación por este medio si no queríamos levantar sospechas, a menos que fuese relativamente importante.Lo era, y por eso me enderecé.12:20 am“Emilio Praga. Llevo a Isabella conmigo”Joder. Su presencia aquí, en un momento tan delicado como el que estábamos atravesando, podía significar muchas cosas.Como descubrir que su propio hermano no estaba muerto y que yo le había mentido todo este tiempo.—¿Ocurre algo? —Mauro sabia bastante bien como ser silencioso, por eso no le percibí detrás de mí.—Asuntos personales. —Respondí sin miramientos.—¿Es mi hermana parte de tu vida personal?Me giré, su tono de voz coincidía demasiado bien con la expresión que albergaba su rostro
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