109. Su jodida reina
BellaSebastian ahuecó mis mejillas entre sus manos y me obligó a mirarle. Serio, pero también relajado, comenzó a deslizar un caminito de besos por cada rincón de mi cara.—Lamento haberte asustado de este modo, ¿sí? —su nariz rozó la mía— pero no quiero que te enfades nunca más conmigo.—No estoy enfadada contigo —admití, porque en parte era cierto—, solo me preocupo por ti.—No tienes por qué hacerlo.—Por supuesto que si —le miré a los ojos y me perdí en ellos por un nanosegundo— eres mi familia, eres mi todo… eres mi única e irremediable decisión.Al hacer un movimiento con la mano para acariciarle el pecho, cometí el error de rozarle la herida y él se quejó con un gemido leve.—¿Estás bien?Sonrió para restarle importancia y me escondió un mechón de cabello detrás de la oreja.—¿Si entiendes que cuando se trata de ti nada podría ir mal? —musitó trémulo, y de repente, sentí el rumor de sus latidos contra mi pecho.Y aunque eso era un gesto meramente automático de su cuerpo, no le
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