—¿Como me llamaste?—gruñó el robusto hombre, cuya mirada se había vuelto algo poco más que salvaje.Andrew trago duro, mientras sentía como su corazón se aceleraba. En toda su existencia jamás había sido una persona agresiva o que disfrutara de las peleas físicas, muy por el contrario, el rara vez participaba y mucho menos aún las comenzaba. Pero en ese preciso instante, mientras observaba a los seis gorilas con apariencia violenta, salvaje e incluso algo macabra, el supo con certeza que en ese instante no tendría la oportunidad para evadir el feroz ataque que caería sobre ellos.Sin embargo, con una misera pizca de esperanza arraigada en el centro de su corazón, el se incorporo, en una tajante señal de respeto, antes de comenzar a hablar:—Lo lamento, buenas personas, mi amigo está muy borracho…—comenzó a decir Andrew con calma, intentando ser la voz de la razón y sensatez en ese bar de mala muerte.Sin embargo, la imprudente y arrogante voz de Alexander volvió a alzarse, sepultando
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