Cuando Irina y Andrew regresaron al departamento de Alexander, el millonario de cabello dorado tenía una mirada esquiva y algo lúgubre, mientras buscaba sin mirar algo en la televisión.—¿Todo en orden?—saludo Irina mientras buscaba por el lugar a Selena con la mirada, intentando encontrar a la bella dama en cualquier rincón del lugar.Fue entonces cuando Alexander se percató de su presencia, pestañeando en reiteradas oportunidades hasta que finalmente comprendió que quien le hablaba no era otra más que la rubia preciosa de imponente andar.—Si, todo bien—respondió él de forma monótona, mientras pasaba una mano por su cabello dorado y liberaba un pequeño suspiro que tenía atrapado en su corazón.Andrew avanzó, con el ceño fruncido y la misma sensación de Irina de que algo allí no andaba bien.—¿Donde esta Selena?—inquirió el hermoso hombre de mirada azul y cabello oscuro, con tono prepotente e incluso amenazador.—Terminando de bañarse—comenzó a decir él con tranquilidad, con una calm
—Es sorprendente, Alexander—se quejo Andrew, mientras apuraba su bebida—. Como puedes ser tan listo y a la vez tan idiota.Alexander le hizo un gesto con las facciones enrojecidas de su rostro, antes de continuar bebiendo el liquito. Llevaban alrededor de una hora en el lugar, tiempo que ambos habian utilizado en su maximo explendor para beber y quejarse, en especial Alexander quien parecia tener un constante motivo para ello. Sin embargo, Andrew comprendia que su amigo no le estaba contando la verdad, al menos no en su totalidad. Algo lo tenia mal, algo lo habia empujado a actuar de ese modo y el necesitaba sabaer el motivo.—Soy un caso especial, Andrew—se burlo el millonario de cabello dorado con una sonrisa triste ladeada, mientras reclinaba la cabeza hacia atras y admiraba el techo del bar.El sitio al que habian decidido ir era nuevo para ellos, ya que solian frecuentar lugares diferentes en cada una de sus salidas, mas que nada para que nadie ubicara sus rostros y los reconocie
—¿Como me llamaste?—gruñó el robusto hombre, cuya mirada se había vuelto algo poco más que salvaje.Andrew trago duro, mientras sentía como su corazón se aceleraba. En toda su existencia jamás había sido una persona agresiva o que disfrutara de las peleas físicas, muy por el contrario, el rara vez participaba y mucho menos aún las comenzaba. Pero en ese preciso instante, mientras observaba a los seis gorilas con apariencia violenta, salvaje e incluso algo macabra, el supo con certeza que en ese instante no tendría la oportunidad para evadir el feroz ataque que caería sobre ellos.Sin embargo, con una misera pizca de esperanza arraigada en el centro de su corazón, el se incorporo, en una tajante señal de respeto, antes de comenzar a hablar:—Lo lamento, buenas personas, mi amigo está muy borracho…—comenzó a decir Andrew con calma, intentando ser la voz de la razón y sensatez en ese bar de mala muerte.Sin embargo, la imprudente y arrogante voz de Alexander volvió a alzarse, sepultando
—Debo admitir, Alexander, que muchas veces logras superar mis propias expectativas—dijo Andrew, mientras reclinaba su espalda contra el asiento del conductor.El millonario de cabellos dorados hizo ademan de esbozar una sonrisa, sin embargo un gesto de dolor torcio las elevadas comisuras hacia un lado, mientras su amorotonado e hinchado rostro parecia convalecer ante aquel desesperado esfuerzo por sonreir.—No nos fue tan mal—agrego el millonario, deslizando su mirada esmeralda hacia su amigo, mientras un famelico vestigio de dolor se aglomeraba en sus cuencas en forma de lagrimas esquivas.El ceño de Andrew se fruncio, mientras luchaba por no apretar su labio ensangrentado y partido.—¿No nos fue tan mal?—comenzo a decir el hombre de cabello oscuro con los dientes apretados en torno a un gruñido—. Eran seis contra dos, literalmente nos hicieros añicos… en este preciso momento me duelen huesos que no sabia que tenia.—Pero podria haber sido pero, podriamos estar en el hospital en est
Las palabras de Alexander habían golpeado de lleno a Andrew, dejándolo mudo y completamente sorprendido. El millonario de mirada color esmeralda no había dicho que amaba a Selena, tampoco que sentía cierta conexión emocional con ella, solo que le gustaba. Sin embargo, aunque tuviera eso a su favor, el hermoso hombre de mirada color hielo no podía dejar se sentir una punzada de celos y dolor ante aquella confesión.Era injusto de su parte, reprocharle algo a Alexander, más aún teniendo en cuenta que había sido él quien llegó a un trato con Selena y pronto ambos traerían a un hijo juntos.Pero las emociones y sentimientos lo superaban, lo avasallaron. Sentía dolor, enojo y frustración, por no ser él quien estaba junto a Selena.Aun así, manteniendo su corazón lo más apartado posible de su mente, de su lado racional, él le dio una única respuesta a su amigo, una que le destrozaba el corazón pero sabía con certeza que era la correcta, la más acertada en vista de los acontecimientos.—Me a
El hermoso millonario de mirada verde como esmeralda salió del ascensor, tambaleándose, mientras chocaba de forma errática y algo violenta contra las paredes que conducían al interior del departamento. El pasillo estaba completa y totalmente a oscuras, por lo que se le dificultó demasiado a la hora de intentar abría la puerta de entrada.Alexander intento, realmente intento y batallo para abrir la entrada, pero las copas de alcohol le jugaron una muy mala pasada. Sin lograr mantenerse en pie durante mucho tiempo más, el cayo al suelo, impactando con su trasero contra el frío piso.A oscuras, borracho, sin lograr ponerse de pie y menos aún abrir la puerta de su casa, Alexander contempló su propia existencia desde otro ángulo, desde otra perspectiva. Una parte dentro suyo sentía vergüenza por lo que había hecho, su comportamiento con Andrew en el bar y el patético intento por aligerar su cargo de consciencia, pero el era eso, esa clase de persona, y no podía cambiar su escencia.Liberan
Cuando Alexander abrió finalmente los ojos, demoró varios minutos en comprender dónde se encontraba. Su cabeza le daba vueltas, mientras que sentía su cerebro a punto de estallar. El había experimentado un millón de veces aquellos efectos como para no reconocer que se trataba de los efectos colaterales de beber alcohol en exceso.Luego de frotarse la cien con dificultad, al cabo de algunos segundos comprendió que estaba en el baño de su apartamento.El hermoso hombre de mirada verde y cabello dorado hizo el ademán de incorporarse, sin embargo algo se movió a su lado, atrayendo su atención.Con el corazón acelerado y la respiración irregular, el noto que junto a el se encontraba Selena, durmiendo enrrollada con la cabeza apoyada contra su hombro.Evitando moverse lo más mínimo, el se volvió levemente hacia ella y la observó con detenimiento, admirando la belleza de sus facciones relajadas, en completa calma y armonía.Sin embargo, en ese preciso instante, ella abrió los ojos de par en
Alexander dava vueltas algo nervioso por el living, mientras que Irina aguardaba tranquila con los brazos cruzados sobre su pecho y la espalda apoyada contra una pared.—¿Podrías quedarte quieto? Empiezas a ponerme nerviosa—solto la rubia preciosa con el ceño algo fruncido, lanzandole una mirada de advertencia al millonario.Alexander volvió el rostro hacia ella, al tiempo que liberaba un suspiro acongojado y pasaba una mano por su cabellera dorada.—Lo lamento, es que estoy nervioso—se disculpo el, mientras tomaba lugar en un mullido sillón con la mirada fija en el pasillo.—¿En verdad estás nervioso? Casi no se notaba—se burló Irina con arrogancia.Alexander simplemente se limito a liberar un resoplido de exasperación, mientras seguía observando el punto en el pasillo. Un punto que seguía vacío desde que Selena había desaparecido engullida por las sombras.Un par de horas atrás, mientras los tres se disponían a desayunar, la hermosa pelirroja había comenzado a sentirse mal, al comie