—Cuándo llegaron Alberto, y Herman, empezaron a organizar a sus hombres, no querían que Luis, Dante, y David, entrarán con ellos, pero Luis, quería ir y nadie lo iba a detener, se trataba de su esposa así que no pensaba quedarse con los brazos cruzados. —Ustedes vayan por ahí, Luis, si algo te pasara a ti o alguno de ustedes dos no creo que Elisa, pueda perdonarme, es mejor que esperen aquí aque mis hombres o los de Herman, la traigan, estoy seguro que no será difícil rescatarla, se ve que es muy poca la vigilancia que ese hombre tiene.—No, no voy a quedarme aquí, Alberto, agradezco que ayudarás a mi esposa y que cuidaras de ella todo este tiempo, pero no pienso esperar aquí, iré contigo o solo, pero iré. —Luis, estaba decidido, Dante, y David, también lo apoyaron.—Veo que no puedo detenerte, está bien, solo trata de cuidarte y
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