Capítulo veintitrés. Creo en ti
Natasha estaba en shock, su cuerpo temblaba como si fuera una hoja, había pasado media hora y era la media hora más larga de su vida. Sus manos aún estaban manchadas de la sangre de Ava. No sabía siquiera cómo había llegado a tocarla, pero tras su desmayo se había preocupado, lo quería o no, la mujer estaba en su oficina y, por lo tanto, todo la condenaba.—¡Natasha! —Michael entró como un rayo a la sala de espera y lo primero que miró fueron las manos rojas de Nat y el miedo corrió por su cuerpo.—Michael —susurró al ver al hombre frente a ella.—¿Estás bien cariño? ¿Qué ha sucedido? —preguntó preocupado.—Es Ava, ella vino a mi oficina y trató de matarme, forcejeamos y ella se terminó golpeando contra la mesa y luego todo fue un caos —sollozó.&mdas
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