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Arrancar con fuego
— Lo siento, señor Tremblay no aceptaré el contrato — en un repentino impulso, Freya tomó sus cosas y salió del lugar. De nuevo estaba huyendo de Axel. — Freya… Freya, por favor — salió tras ella — No te vayas… — la tomó del brazo y la detuvo, todo le daba una sola indicación a Axel, Freya aún sentía algo por él, así fuera una pizca de odio y como dicen por ahí, donde hay odio, hay amor. Sonrió para sí mismo — ¿Por qué no lo aceptas? — preguntó con voz ronca, Axel debía sacar todas sus armas.— Tengo otros proyectos sobre la mesa — contestó con la frialdad fingida que muy bien le salía, pero por dentro se repetía una y otra vez que había sido un enorme y estúpido error haber ido a esa reunión. Y esa voz ronca y sensual &ie
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Un simple olor
Mientras Freya se debatía con Pandora sobre aceptar o no el proyecto de la campaña publicitaria de Goddness Beauty, Axel tenía un golpe de energía y entusiasmo que no se le había visto en años. Se regresó a Vancouver esa misma tarde y en menos de nada ya tenía redactado el contrato para Freya. Ya bien entrada la noche, tomó una botella de la licorera y una copa como era costumbre ya todas las noches y se sentó frente al ordenador a buscar todo lo que pudiese sobre la agencia de publicidad Gudd- Inne. La noche la pasó en vela, pero al menos la pasó sobrio, no fue capaz de beber ni una sola copa y eso era lo segundo más extraño que le pasaba. Desde que se alejó de Freya él se dedicó a cambiar su dieta por solo bebidas altas en alcohol, perder la conciencia hasta poder dormir y al otro día desquitarse con sus empleados.  Muy a las siete de la ma
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Se prometió olvidar...
Sorní, Sorní, Sorní… se repetía Axel hasta que logró recordar de quién se trataba, exactamente de Salvador Sorní un español radicado en Canadá hace unos cinco años, que ahora era socio mayoritario en el bufete Harper, sí, en el mismo de Pandora. De allí lo había conocido. El fin de semana que pasó Axel no se comparaba con el infierno, terminó despilfarrado en uno de sus tapetes lo suficientemente ebrio para no poder levantarse y hacer alguna estupidez. Y los pocos momentos en que permaneció lucido, trató de averiguar algo sobre el hombre, incluso buscó fotos de la boda de Freya, o algo más allá de esa relación, pero no encontró nada. No había un solo rastro de Freya Baker, y por Freya Sorní solo parecía la agencia de publicidad radicada legalmente. Eran dos personas completamente diferentes y
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Inmejorablemente perfecto
— Buenos días, señor Tremblay — abrió Freya la puerta de su oficina sin golpear antes, mientras que Axel se mataba la cabeza intentando leer un estúpido documento, no había podido concentrarse en toda la mañana. — Señor… — intentó excusarse su asistente, pero Axel solo levantó la mano y eso fue suficiente para que la chica volviera a su puesto de trabajo.— Señora Sorní — se levantó como si un resorte lo hubiese expulsado de su propia silla y tomó unos documentos, pero él ni siquiera supo qué — Me disculpo justo iba en este momento a una reunión. Freya puso la mano en el umbral de la puerta, obstaculizándole el paso, era estúpido, ella lo sabía; con un solo empujoncito de Axel podía quitarla de allí sin el menor esfuerzo, pero ella ya no estaba dispuesta a
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Lágrimas
Decir que Freya no había llorado por su segundo hijo perdido era una vil mentira, incluso a veces, en sus noches más solitarias se encontraba recordando aquellos días, y lloraba hasta quedar dormida abrazada a una almohada. Incluso ella había estado enfrente del cementerio en muchas ocasiones, pero nunca había tenido el valor de entrar. Le costaba hacerse a la idea de que su pequeña había crecido lo suficiente para tener una pequeña tumba y no había crecido lo suficiente para ser fuerte y nacer antes de tiempo. Axel y Freya parecían estar en el mismo estado de transe, esa noche la pasaron observando por su ventana de su respectivo departamento, las luces de la noche eran hipnóticas y sus corazones jamás estuvieron tan en sincronía como en ese instante.Axel suspiró con los primeros rayos de sol en la mañana, aún tenía en sus manos un peluche d
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Pues déjame demostrarte mis capacidades
Así como lo planeó Axel, Freya no pudo salir esa noche con Salvador Sorní a cenar, ni la siguiente, ni la siguiente. Freya se clavó en clasificar esos documentos y cada vez estaba más convencida de que él lo había hecho apropósito, encontró archivos que no tenían nada que ver con lo que ella le había pedido. Y Salvador, él tuvo que volver a viajar por negocios.Era ya la cuarta noche que se quedaba hasta tarde cuando Axel entró por la sala de juntas, estaba arrepentido por ello, podía ver las ojeras y el cansancio en su rostro. Hacía todo lo posible para encontrársela en el ascensor en las mañanas, así Freya cambiara cinco minutos antes o después su hora de llegada. También casualmente se lo había encontrado un día al salir a la hora del almuerzo, Axel la invitó a comer, pero terminaron saliendo con ca
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¡Por ti, nena!
— Freya… Cálmate y siéntate.— ¿Sabes todas las horas que perdí metida en esos estúpidos papeles? Solo quiero terminar este maldito proyecto de una buena vez. ¡Quiero volver a Toronto! ¡Quiero estar lejos de ti! — ¿Quieres estar lejos de mí? — inquirió él, antes de…Antes de que Axel sintiera un tirón en el timón, y viera lentamente como se deslizaba la vela de izquierda a derecha, el viento cambió de dirección y lo que más temía ocurrió.Freya ni siquiera alcanzó a ver como la botavara se acercaba a ella a gran velocidad, lo único que sintió fue un golpe seco entre el pecho y el hombro derecho, el golpe la desestabilizó, el velero se ladeó por el cambio de corriente lo que hizo que ella terminara cayendo a las aguas heladas del Johnstone Strait
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Contigo...
— Axel… Sigue conmigo ¿Sí? — le golpeó suavemente el rostro — Ayúdame a llevarte a la cama. — Yoo deberíaa lle-llevarte a la camma — balbuceó, intentaba levantarse, pero el mareo le estaba ganando, sus ojos se sentían pesados y ya no los podía abrir. Lo único que podía sentir es que se aferraba a las caderas de Freya como si no hubiera un mañana. — Vamos, Axel… Levántate… Necesito llevarte a la cama… — exclamaba preocupada Freya, lo veía realmente mal, la tos no quería mermar y la temperatura solo subía. La chica intentó levantarlo, pero a menos de que él le ayudara, no podría hacerlo. Le sería imposible —. ¡Vamos, no puedo sola!— Fre-Freya…— ¡Vamos, cielo! ¡Por favor! — gimió, las
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Si sigo no podré controlarme
Freya estuvo en un letargo horrible, entre dormida y despierta intentando verificar la temperatura de Axel cada tanto, y en algún momento del día, no supo exactamente en cual se quedó dormida, con una mano sobre su mejilla, y un brazo de Axel rodeándole la cintura con posesividad.  Allí, juntos pasaron las horas más reparadoras que podían dormir. El primero que abrió los ojos fue Axel, se habían acomodado en algún momento, él estaba completamente aferrado a ella, rodeando su brazo desde su cintura, y deslizando su mano por la espalda, con su nariz enterrada en ese cabello castaño, y ella tenía su rostro hundido y sus manos sobre su pecho, con sus piernas entrelazadas. Ambos estaban perfectamente calientitos, Axel no había vuelto a toser desde hacía un par de horas y eso era excelente, quizá solo era frio o la falta de su cercanía. Ella gimió después de sentir el olor de Axel que tanto la desorbitaba, también había sentido el cambio del ritmo en el corazó
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¡Jamás!
— ¿Te arrepientes? — Aún no — contestó con sinceridad ella — ¿Y tú? — su voz se entrecortó de los nervios. — Jamás — suspiró — Jamás podría arrepentirme de estar contigo. Freya abrió la boca y la cerró repetidas veces, pero al final no pudo decir nada. Ella había quedado rendida después de haber hecho el amor por toda la habitación, Axel se había quedado observándola dormir, acariciándola de vez en cuando para reafirmarse que eso no era tan solo un sueño. Al final le tocó levantarse a regañadientes y separarse de su lado porque el hambre lo estaba partiendo en dos y ya había escuchado gruñir el estómago de la castaña un par de veces.Ahora, trataban de comer sin pensar mucho, pero era inevitable Axel se carcomía por dentro intentando saber que se le pasaba a ella por la mente. Si en realidad si se estaba arrepintiendo, pero tan solo por no hacerlo sentir mal no decía nada. — No quiero que te sientas mal por haber engañado a tu esposo…Leer más