31. Enfurecida
—Violeta, debes calmarte un poco. Mejor… mejor baja esa arma y conversemos.—Responde lo que te he preguntado —Lo mira sin siquiera parpadear.—Lo mejor es que le respondas, Daniels.—No, no fue tu padre, ni ninguno de nuestros hombres. No he dado ninguna orden como esta, debes creerme pequeña.Ella pareció creerle a Daniels lo que resulto que bajara el arma al mismo tiempo que derramaba más lágrimas. El rubio al sentir la pena de su sobrina se aproxima a ella, se inclina hasta quedar a la misma altura que ella.—Tranquila Violeta.—Está muerto, alguien lo ha matado —Expresa con voz de dolor.—Violeta, escucha él…—No creo que este muerto, lo más probable es que se lo llevaran —Comenta agachándose.—¿Qué? —Ella levanta la mirada.—Por los indicios,
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