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Todos los capítulos de Gerald: Capítulo 21 - Capítulo 30
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Dos corazones y una habitación
Caminé hasta la habitación de Carlos dejando la charola en una mesa cerca de su cama, tomé la cuchara y le di esa sopa poco a poco.Le acaricie la cabecita y lo vi sonreír con cada bocado que le ponía en la boca.—Veo que te gusta lo que prepare con tanto amor — le dije con una sonrisa en los labios.El pequeño observó la figura de su padre recostado contra el marco de la puerta, le dedicó una sonrisa que ignoró por completo, que no devolvió y por eso Carlos ignoró su reacción.Siguió mirando la escena sin decir una sola palabra.Carlos terminó su sopa, dejé el plato vacío en la bandeja y cuando me iba a regresar a la cocina el pequeño tirón en mi camisa me distrajo.—Profesora Mili, ¿me lee un cuento?Vi los ojos de ese niño mirarme con una emoción que dudaba que fuera por la fiebre.—Me voy a mi habitación por un rato —puso los ojos en blanco—. Definitivamente no quiero escuchar una historia inútil.El pequeño mostró un puchero en su boca y su rostro estaba triste, Gerald n
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Un Gerald distinto
Mis mejillas se sonrojaron y sentí mis bragas completamente mojadas, no era natural observar a un hombre con tanto detalle como lo había hecho en varias ocasiones con Gerald, ese hombre me volvía loca.—¿Necesita algo, señorita Watson?Pregunta el hombre que se para firme frente a mí, deja ambas manos en su cintura y me observa estirada en el sofá de la sala babeando por el físico que se envía, se podría decir que lo devoraba con los ojos.—Parece que te gusta lo que ves, Mili.Salté e ignoré su comentario anterior, centré mi atención en saber dónde estaba mi habitación, yo estaba completamente muerta de cansancio y él al parecer estaba muy fresco.—Lo siento, quería saber dónde dormiría —dirigí mi mirada a la puerta del baño por donde Gerald había salido.Levanté mi cuerpo del sofá y traté de calmarme, apartar la mirada de donde Gerald estaba parado mirándome con esos ojos de cazador buscando a su presa.—¿Carlos ya se durmió? —preguntó en voz baja, caminando hacia un armario sin imp
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Llego la hora
El sol entraba por los ligeros pliegues de las ventanas, arrugué el rostro y me aferré a esa cálida sensación pegada a mi cuerpo.Abrí los ojos, mi corazón latía con fuerza por lo que había hecho anoche sin consentimiento.Estaba aferrada a Gerald como si fuera un osito de peluche, él tenía su mano envuelta alrededor de mi cintura mientras yo tenía cómodamente mi cabeza en su pecho al igual que mi mano, pero mi ataque al corazón ocurrió cuando vi el muslo de mi pierna descansar donde estaba el miembro erecto de Gerald.—¡Maldita sea, maldita sea, y mil veces maldita sea! —Maldije suavemente, rezando por no despertar a ese hombre.Traté de levantar mi pierna lentamente moviéndola desde allí, quitando mi mano de su pecho a pesar de que quería dejarla allí y me moría por bajarla a donde estaba mi muslo en este momento.Levanté suavemente mi cuerpo casi logrando separarme de Gerald hasta que lo vi abrir los ojos medio dormido y dejarme debajo de su enorme cuerpo en un solo movimiento.—Bu
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Renuncio a mi sueño por ti
Gerald gritó desde abajo que teníamos que irnos, rápidamente agarré mi bolso y bajé las escaleras rápidamente, aunque un poco decepcionada, tenía muchas ganas de ir a la escuela con Carlos, aunque fuera a dejarlo.—¿Estás bien? —Gerald me pregunta con una ceja levantada y prestando toda su atención al puchero que estaba haciendo.—Quería ir a la escuela con Carlos… —Dejé escapar un suspiro e hice un puchero—, pero el poderoso Gerald Green quería detenerme cuando quisiera, había más tiempo para firmar el contrato, solo que quería hacerlo ahora.—No había tiempo para después, se me olvida que esa cosa existe cuando estoy contigo y no me conviene.—No te entiendo.—Quien no te entiende soy yo, me dices que me odias pero te mojas inmediatamente cuando te toco —lanzo una mirada pervertida— ¿o crees que no me di cuenta cuando mis dedos te acariciaron allí? —Dijo echando un breve vistazo a mi zona privada, mis mejillas se sonrojaron provocándole una leve sonrisa lasciva.—¡Cállate! —Salí cor
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No tienes perdón
Maldije a Gerald mil veces y otras mil más las dirigí para mí, por ser una estúpida y pensar que el cambiaría por mi cuando desde el principio me dejo claro que no era importante ni mucho menos especial para él.—¡Mili! —Lo escucho gritar detrás de mí mientras pido el ascensor apretando el botón a menudo —¿me escucharás? Todo tiene una explicación, además... sabías que esto pasaría, soy un hombre y necesito vaciarme, Mili.Me giré para verlo de reojo con una mirada asesina, tenía muchas ganas de matarlo y lo haría si no se callaba de una vez por todas.—¿Mili? —pregunto sorprendido, como si hubiera visto a algún demonio meterse dentro de mí haciéndole dudar de que fuera yo —escúchame… —no terminó su excusa, cuya continuación ya sab&iacu
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Una ducha para los dos
Sentí mi corazón latir rápido, podría jurar que el sonido se escuchaba entre las paredes del baño y lo que más me preocupaba era que Gerald pudiera escucharlo en algún momento.Intenté calmarme y tomé mi esponja de baño, puse el jabón con aroma a cereza que tanto me gustaba y noté por el rabillo del ojo a Gerald inhalando su aroma, una leve sonrisa cruzó sus labios y volteó a verme al extender el jabón sobre mi piel.—¿Qué estás mirando? Se nota que no conoces la intimidad  —respondí de mala gana tratando de tapar mis pechos con mis brazos—. Debería tratar de no acosarme tanto, Sr. Green, o simplemente huiré de usted.Una risa traviesa se asomó, puso una mano en su cabello y lo echó hacia atrás, dejándome ver su perfecta sonrisa de triunfo.—No huir&iacut
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No llores
Gerald baja a mi cuello dejándome un beso muy parecido al que me había dado en casa de mis padres, sus caricias eran suaves y sutiles, como si tuviera cuidado de no romperme con ningún movimiento brusco.Sus labios bajan hasta mi hombro dejando otro beso ahí para comenzar mi tortura, recorre mi espalda dejando pequeños besos húmedos en cada espacio que alcanza junto con ligeras caricias con sus dedos, cada espacio que besa lo siento suyo.Lo escucho reírse de cada espasmo que da mi cuerpo, es una risa sutil, llena de lujuria, placer y anhelo de saber que otro sonido puedo hacer... el recorrido concurre en mi cintura, acaricia levemente el trayecto desde mi ombligo hasta mi vientre y alcanza mi clítoris poniéndose de pie, aferrándome a su cuerpo, acariciando uno de mis senos, luego aumentando gradualmente la velocidad en donde trabajan ambas manos.—Espera un minuto, Gerald, esto no está bien.—Si lo está, sigue la corriente Mili, no estamos haciendo nada malo.—Por supuesto que-…Uno
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¿Apta para el contrato?
Mis ojos estaban muy abiertos, mi rostro reflejaba completo asombro y definitivamente no podía pensar que lo que Gerald me decía era una completa mentira, su rostro estaba más que serio y no tenía la costumbre de mentir.—¿En serio? —Pregunte confundida, se trataba de su esposa y la madre de su hijo, la vida de Gerald era Erika.El asintió.—Sé que es difícil de entender pero… es verdad.—¿Por qué me dejas ser así?—Porque así te conocí, Mili —me dedicó una débil sonrisa— Sé que tu forma de ser es así, sensible y dulce, también sé que no puedo cambiarte, además, me gusta cómo eres.Mis ojos brillaron y una risa tierna escapó de mis labios.—¿Qué te está pasando?—Nada —Negué con la c
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Champú de fresa
—¡Mili! Maldita sea mujer.Gerald gritó apenas cruzó esa puerta como si estuviera poseído, caminó por toda la casa buscándome hasta encontrarme en el patio junto a Carlos y Nana.—¿Que está pasando? Y no digas groserías delante de Carlos —fruncí el ceño.No dijo una palabra más, solo lo vi venir hacia mí rápidamente y me levanto de la silla para llevarme como un saco de papas dentro de la casa, empujo la puerta corrediza y me puso en el piso cuando estábamos lo suficientemente lejos de Nana y Carlos.—Te voy a dar una nalgada, Mili —amenazo —todo el mundo se burló de mí por ese maldito champú.Se me humedecieron los ojos, aguantaba la risa y las ganas de tirarme encima de él, se veía tan lindo y atractivo que provocaba que lo besara intensamente para que se callara de una vez por todas.—No puedo creerlo, estás aguantando la risa ¿verdad? —Clava su mirada en mi —veamos si todavía te ríes después de lo que te haré.—¡No! Gerald, ¡bájame de una vez!Nuevamente me levanto como un saco y
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Nunca decir nunca
Ese dedo daba vueltas dentro de mí y su pulgar jugaba sin reglas con mi clítoris. Sentí que me iba a correr y mis paredes se contrajeron, pero Gerald solo sacó los dedos y comenzó de nuevo, cada vez la ducha se llenaba de más y más gemidos, mis lágrimas salían sin parar, no podía creer que el orgasmo nunca llegaría a experimentarlo debido a la ira de Gerald.—Gerald... —Dije su nombre, sollozando y gimiendo —lo siento.No tomó en cuenta mis palabras, solo siguió haciendo lo suyo, escapar no era una opción, tuve que aguantar hasta que no pude más y Gerald parecía tener una excelente resistencia.—Gerald, detente, no puedo venirme —tragué saliva y lo vi desde el reflejo con los ojos húmedos de placer.—No busco que te vengas, Mili.—Nunca he tenido un orgasmo… —le confesé avergonzada, el me miró sorprendida y retiró su dedo de mí haciéndome soltar un sollozo además de un suspiro —Perdón por reírme, te juro que no fue sobre las mujeres.El hombre detrás de mí soltó suavemente mi cuello y
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