Capítulo veintiocho. ¡Todo esto es mi culpa!
Sebastián abrió los ojos apenas Oliver se marchó de la oficina. Estaba intrigado por la actitud del muchacho, ¿qué había sucedido para que se apartara de él tan abruptamente?Se puso de pie y caminó de un lado en la habitación, estuvo tentado a salir detrás de él y preguntarle, pero antes de quedarse dormido había estado pensando en lo difícil que tenía que ser para Oliver encontrarse entre la espada y la pared.Y el como un hombre adulto debía darle su espacio, debía comprenderlo y apoyarlo en todo lo que le fuera posible y en medida de que el muchacho se lo permitiera, ¿no era eso lo que se hacía por amor?Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de su móvil, no quería responder y de hecho no lo hizo hasta el quinto intento de Maya.—¿Qué es lo que quieres, Maya? —preguntó sin saludar.—Estoy en el hospital, he sufrido un accidente anoche de camino a casa, por favor ven.—¿Estás bien? —preguntó por cortesía.—Sí, es lo que creo, el doctor me ha estado haciendo varios cheq
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