Por otro lado Eva seguía sentada al lado de su hijo que seguía inconsciente, de repente su teléfono comenzó a vibrar. Ella tomó su teléfono que tenía en su bolsillo trasero, al mirar la pantalla se dió cuenta de quién era la llamada. Se acomodó, tragó saliva, luego suspiró, para finalmente contestar. —Aló. Su voz era algo ronca y apagada, hablar la costaba. —Buenas Eva, cómo está Sam? Eva suspiró con mucha fuerza, Ireri puso una cara triste al oír cómo ella suspiraba como si algo hubiera pasado. —Estoy preocupada abuela...no sé si mi hijo aguantará todo esto. La cara de Ireri cambió, ahora estaba mucho más sombría que antes. Como todavía no sabía nada de la noticia se temía lo peor. —Ha pasado algo? Eva agachó la cabeza, tapó su triste rostro con su mano, luego murmuró. —El rey...ha muerto. Esa noticia fue suficiente para que Ireri se espantara, abrió sus ojos y su tes se volvió pálida como el papel. Ya de por sí tenía un mal presentimiento desde que Sam vió a Mictlantecuh
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