Cubro mi boca y de nuevo las lágrimas salen de mis ojos, recordando la mirada gentil de mi madre, su sonrisa; mi padre, siempre con el ceño fruncido, pero dadivoso, buscando darle todo a sus hijos y a su esposa. Me aterra intentar recordar más. ¿Cómo sonaban sus voces? No las puedo escuchar en mi cabeza, ¿será que estoy destinada a olvidarlos poco a poco? — Me imagino lo difícil que fue…—dice Ciro apenado por mi dolor. —Ellos eran tan sabios, siempre tenían un buen consejo para mí, me pregunto: ¿qué dirían de lo que me ocurre en estos momentos?, estarían apenados de las decisiones que tomé. —No tendrían por qué, gracias a esas decisiones eres quien eres… Siempre se aprende algo, eso hace que valga la pena. —Pone su mano en mi hombro y su mirada está cargada de gentileza. —Mi madre siempre decía que había dos formas de afrontar la vida, viviendo cada error, cayendo y levantándose o experimentando en cabeza ajena, viendo los errores de los demás y apren
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